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La firma invitada

La hora de la verdad

gloria lomana

Martes, 10 de octubre 2017, 09:28

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Fue en 2001 cuando, con una visión de luces largas, Vocento decidió nacer para crecer rápido y crear un potente grupo mediático en España. El mundo cambiaba a zancadas y solo los más lúcidos supieron que se avecinaban tiempos de unión y grandeza. El siglo XX se cerró con el nacimiento de Google y el XXI asomaba con Wikipedia. Un nuevo mundo que vino a ser un cambio de era, rubricado con los ataques a las Torres Gemelas y al Pentágono, en 2001. Un mazazo contra Occidente que nos despertó, también, a un nuevo periodismo, apoyado en las imágenes captadas por los ciudadanos sobre la diabólica demolición. Enseguida supimos que el terrorismo etarra, arcaico y de caserío, entraba en sus estertores. Y que nuestro devenir profesional estaría por tiempo ligado al nuevo desafío global, enfermizamente radicalizado, con métodos suicidas y la ambición de liquidar nuestra cultura de tolerancia y libertad. Venían a matarnos por centenas. Hubimos de reportarlo cada año: la mayor matanza de Indonesia, el mayor ataque a Europa con nuestro triste 11-M, los terribles atentados de Londres... Los periodistas debatimos sobre cómo publicar las imágenes de rehenes que los yihadistas exhibían antes de decapitarlos. Y tuvimos que tragarnos las lágrimas a puñados con el rosario de atentados contra Europa, de París a Berlín, de Estocolmo a Londres. Hasta llorar de nuevo en casa, por nuestra amada Barcelona.

Y no es que en estos 15 años los periodistas hubiéramos estado sesteando. Durante este tiempo hemos cubierto guerras en Afganistán, Irak, Siria. Catástrofes del Prestige, Yak 42 o Spanair. Devastadores tsunamis, terremotos y huracanes que enterraban víctimas bajo ciudades reducidas a escombros. Epidemias de gripes y ébola. Nos conmovió la muerte de un Papa, y la retirada de otro. Celebramos la boda de nuestros Príncipes. Nos afligió la mayor crisis económica. Narramos la llegada del primer presidente negro a la Casa Blanca, la abdicación de nuestro Rey, la consolidación de la Monarquía con Felipe VI y doña Letizia. El sufrimiento de los refugiados. Enterramos a Castro. Nos asombramos con el auge chino, el ‘brexit’, los populismos, la desorientación de los Estados Unidos y los ciberataques. Nos convulsionó el independentismo y su desobediencia en Cataluña.

Sí. Una montaña rusa de noticias. En tan solo quince años. Y, en medio, nos llegaron los teléfonos inteligentes, los IPad, las pantallas táctiles y las redes sociales para adentrarnos en el debate digital. Vertiginoso. Por Facebook transitan ya casi 2.000 millones de usuarios, el «imaginario país más poblado del mundo». Y Twitter ha convertido al papa Francisco en el gran líder mundial.

Quince años sin tiempo que perder. En los que los medios de comunicación no hemos alcanzado la adolescencia sino la madurez. A base de bracer para incorporar las nuevas tecnologías, transformar las viejas redacciones en plataformas multimedia y ahuyentar a los agoreros que pronosticaban el fin del periodismo. ¿Quién dijo tal cosa? Me sumo a quienes piensan que hoy los periodistas somos más necesarios que nunca. Para competir con lealtad con las redes y las nuevas tecnologías. Para verificar las noticias y contrastar las imágenes antes de emitirlas. Para contar la Verdad, con mayúsculas, y desenmascarar a quienes sacan rédito de la manipulación, fabricando fakenews o telerrealidad trivial. Es hora de reivindicar el buen periodismo, añadiendo Ética a la Verdad. Quince años después, aquí está Vocento, flamante, para demostrar no solo que es necesario trabajar así, sino también posible. Haciendo de esa necesidad, virtud. Honestamente. ¡Felicidades!

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