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Gracias, Vanessa

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Viernes, 25 de mayo 2018, 07:44

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Hay un punto inexplicable de emoción cuando te acercas a un kiosko a comprar SUR o enciendes el ordenador de casa o el ipad familiar o te conectas con el móvil a SUR.es y descubres un montón de historias y de noticias que te hacen más agradable el día. Al cabo del tiempo te dices que merece la pena el gasto en papel o el tiempo ganado fijo en la pantalla. Esa intriga de lo que no sabes qué vas a encontrar en sus páginas o en la web es el gusanillo que mantiene vivo el sueño del periodismo para aquellos que nos dedicamos a esto o para esa comunidad tan numerosa que precisa de información para forjarse una opinión con la que caminar por la vida. Recuerdo ese profesor que decía que no existe persona alguna que sea apolítica, pese a que se defina así, pues la política marca todas y cada una de las decisiones que nos afectan constantemente; todos nos hipotecamos con una ideología que es la que nos mantiene activos en nuestro quehacer diario. No existe el pensamiento único universal. Nadie puede permanecer ajeno al mundo que nos rodea, sobre todo porque se ha despertado un movimiento que activa nuestras conciencias y remueve el alma, que es el de las mujeres reivindicando su papel en la sociedad y un puesto en esa élite de la que emana la toma de decisiones más cruciales. Hoy es imposible entender nuestra existencia sin contar en todo con las mujeres, tanto tiempo olvidadas, tanto tiempo ignoradas, tanto tiempo relegadas. Tan desconocidas para los ignorantes, tan importantes para los inteligentes. Es impensable otear el futuro sin que las mujeres dispongan de un papel preponderante en cualquier sector que adivine la memoria.

Solo hay que conocer a Vanessa Jiménez para atisbar con perspectiva exacta lo que está cambiando todo. Esta gitana, madre y universitaria compendia todo el esfuerzo que realiza cualquier mujer para integrarse en plenitud en una sociedad en la que sigue predominando una tradición anclada en un pasado obsoleto e injusto. El reportaje de Ana Pérez-Bryan escrito con regocijo el domingo en SUR es de esos temas que dejan una muesca en el corazón al leerse con ojos empañados por el impacto emocional, dada la dificultad que encontró Vanessa para imponer su pasión ante todo y contra todos. El final de la historia, que se presume feliz dada la tenacidad de la protagonista, resulta enternecedor al comprobar la ímproba ayuda de su marido en esta lucha contra el mundo, gitano y payo, en un relato simplemente impresionante.

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