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El gesto

Mediante los gestos nos posicionamos y nos comprometemos con nuestra conciencia

PEDRO MORENO BRENES

Domingo, 14 de enero 2018, 09:55

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Según la RAE, una de las posibles definiciones de la palabra gesto es la de acto o hecho que implica un significado o una intencionalidad. Mediante los gestos nos posicionamos y nos comprometemos con nuestra conciencia, sea votando en las elecciones (o en un consejo de departamento o de administración), o simplemente apoyando o rechazando algo cuando nuestro código moral nos exige tomar postura. Todo esto lo hacemos en el día a día sin ser conscientes y sin darle mayor trascendencia salvo que nuestra acción u omisión implique para nosotros una carga o un beneficio, dependiendo del sentido del gesto concreto. En estos casos aparece el oportunista, una especie caradura y dañina que responde a otras de las acepciones que la RAE incluye en la palabra gesto: Movimiento exagerado del rostro por hábito o enfermedad, aunque en este caso la exagerada es sobre todo la lengua y la causa es el hábito de la poca vergüenza. A todos se nos viene a la cabeza el que despelleja al jefe o autoridad, pero siempre en la intimidad que garantice la impunidad, ya que cuando llega el momento de mostrar su crítica en una reunión o firmando un manifiesto, calla, asiente y si hace falta elogia de manera indecorosa al mismo al que 5 minutos antes estaba dispuesto a tirar por la ventana. Pongan ustedes los ejemplos que se les ocurra, y todos responden al mismo patrón: cuando no hay riesgo, son de una 'valentía' histriónica, pero llegado el momento de dar la cara y asumir costes, siempre acuden raudos en apoyo de los que van ganando; si alguien les pide explicaciones, lo tienen muy claro: «no se quieren perjudicar». Por todo esto, para poner de manifiesto mis posturas en cualquier ámbito, prefiero gestos educados pero sinceros, valientes sin ser temerarios, y ante todo, hechos en el momento necesario, aunque eso implique un coste.

Si la persona en cuestión tiene relevancia pública, sus gestos, para bien o para mal, tiene un impacto multiplicado. Contra el acoso sexual en el mundo del cine, bienvenido lo de protestar vistiendo de negro en la reciente edición de los Globos de Oro. También hubiera sido eficaz el gesto de no aparecer sonrientes en fotos con el entonces todopoderoso productor Harvey Weinstein en el caso de personas que ya conocían su condición de canalla con derecho de pernada respecto a las actrices en sus películas. En circunstancias extremas, hay ejemplos de valentía casi desconocidos y con un enorme calado moral; Albert Richter, un gran campeón de ciclismo alemán, fue asesinado en 1940 por la Gestapo, con tan sólo 26 años de edad; su 'delito', negarse a despedir a su entrenador judío, Ernst Berliner o no hacer el saludo nazi en acontecimientos públicos donde este deportista era la estrella: una mano bajada, una bofetada a Hitler.

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