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No será fácil

IMANOL VILLA

Viernes, 24 de enero 2020, 08:00

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Si nadie dijo nunca que gobernar fuera fácil, ¿por qué lo sugieren algunos? Los problemas no cambian según el color del ejecutivo de turno. Son los mismos. Nada hay que anime a la duda. Por esa razón, ahora que el nuevo Gobierno ha empezado a dar sus primeros pasos, convendría recordar a la oposición que su trabajo es, precisamente, el de hacer oposición y, según los manuales del buen demócrata, ésta ha de ser constructiva, bien pensada y profundamente argumentada. Todo lo demás aboca, como parece ser a estas horas, a la confrontación y a un escenario plagado de trincheras que lo único que hace es embrutecer a sus protagonistas. No vale para nada, pues de las tripas jamás han salido propuestas eficaces.

La cosa está difícil. Ya lo han dicho. No se debe ser redundante. Pero hay otros detalles que para nada se antojan baladíes. Estaría bien echarles un vistazo. El nuevo Gobierno encabezado por el sagaz Pedro Sánchez es el primer gobierno de coalición de la reciente historia de la democracia española. Ya era hora. La gran izquierda -fuerzas progresistas se llaman hoy en día-, se ha puesto de acuerdo. Con matices, por supuesto. Y sí, también están de alguna manera los comunistas aunque les duela a algunos. Sería encantador ver la sonrisa de un Santiago Carrillo en el recuerdo. Entrañable ejercicio que demostraría que, en el fondo, todo lo que ha sucedido no es más que el viejo sueño de la izquierda. Un deseo antiguo, que no vintage, que se retrotrae más allá de 1975. Ahora veremos si lo prometido puede hacerse realidad o, simplemente, es una utopía. El sueño de un loco insensato vaciado de realidad. Entiéndase entonces el enorme nerviosismo que cala entre los salones de rojos y masones pues la papeleta es de las gordas. Huelga decir las asignaturas que tienen por delante. Bien se saben. Y para colmo, como todos y todas prometen, pues nadie ha jurado su cargo, de nada vale pedir la intercesión de los santos, ni de la Virgen. Ni siquiera rogar a Dios. Es lo que tiene ser de izquierdas.

Por todo lo anterior, sería un detalle que, al menos por esta vez, la derecha practicase la democracia. Todos se merecen una oportunidad, aunque sea una vez en la vida. Que hagan oposición pero que no levanten barricadas, que expresen sus desacuerdos pero que no dogmaticen el Estado y que pongan sobre la mesa sus miedos sin necesidad de apropiarse del país entero. No son dueños de nada, excepto de sus ideas. Sin embargo, todo ha empezado al revés. La cosa está que arde. El nuevo Gobierno de coalición será también el ejecutivo más vigilado de la historia. Hasta los ciudadanos le van a mirar con lupa pues esperan que, de la noche a la mañana, todo se arregle y la sociedad entera viva mejor que nunca. ¡Candorosa ingenuidad! ¡Cuán difícil es pedir realismo!

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