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José A. Frías y Fernando González, cuarenta años de amistad SALVADOR SALAS
ESCASO, PERO DIVINO TESORO

ESCASO, PERO DIVINO TESORO

Horizontes cercanos ·

Luciano Alonso y el abrazo público que le dio Antonio Garrido cuando dimitió de su escaño en el Parlamento / El ejemplo de Fría / El libro inconcluso sobre Pepe Atencia / Que el protocolo para evitar casos como el de la urgencia del Hospital de Antequera se llame 'Ángel' / Aquella frase de Seco Serrano: «La pesadilla de España es que no deja a los muertos en paz»

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Domingo, 28 de enero 2018, 10:58

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Amistad. Una palabra tan divina como escasa y manoseada... ¿Son amigos los que te mandan felicitaciones de Navidad copiadas de internet? ¿Los que te adulan cuando mandas? No. Pero la amistad existe. Está. Amistad no es verse todos los días, ni achucharse a todas horas, ni esperar favores continuos... Amistad es honrar tu nombre y defenderlo, estar en el momento en el que se necesita de verdad, aparecer en el instante oportuno... Hay grados de amistad y detalles de amistad. Pasa como con la respiración, nadie se da cuenta de lo importante que es hasta que te falta: si no respiras estás muerto. Detalle de amistad fue el que hizo Antonio Garrido Moraga en el Parlamento andaluz hacia Luciano Alonso. Ocurría que el parlamentario socialista malagueño, que lo fuera todo en el Gobierno andaluz, abandonaba su escaño obligado por la absurda norma-basura autoimpuesta por su partido (y por otros) de equiparar imputación (investigación ahora) con condena, cuando un estado de derecho lo es por lo contrario a lo referido. Era un pleno que aprobaba los Presupuestos de Andalucía. El vicepresidente del Gobierno anunció que Luciano dejaba su escaño. El pleno le dedicó una ovación, pero Garrido hizo más: abandonó su escaño, cruzó la Cámara se fue en busca de Luciano y le dio un abrazo de manera pública y notoria. «Que nos vean, que nos vean juntos, amigo», le dijo. Luciano Alonso se fue con lágrimas en los ojos pero con «la satisfacción de ese detalle eterno de su amigo, que ahora rememora...

Amistad sabe a cariño. Mucho. José Antonio Frías recibió un cálido homenaje de la profesión, la suya, la mía, tan madrastra como apasionante. Su lucha contra el ictus, que le cambió la vida hace cuatro años, es todo un ejemplo de superación. Los que le conocemos desde hace 40 años sabemos bien de su perseverancia. Frías se ha convertido (posiblemente sin saberlo y sin quererlo) en un icono en la lucha contra los accidentes cerebro-vasculares, mal endémico que nos está machacando en estos tiempos de estrés, bulla y no pensar en que la vida se te escapa como arena de playa por entre los dedos de la mano. Su texto, leído por su hijo Alejandro, es toda una declaración de intenciones: «Desde hace cuatro años vivo con un ictus. La vida me ha cambiado totalmente. Ahora leo el periódico poco a poco. Primero fueron los titulares y ahora ya algunos textos y determinados artículos y escribo cosas como esta. La rehabilitación es algo que te ocupa muchas horas sin poder tirar la toalla un minuto. Y hace falta mucho coraje para no caer en la cuesta abajo. Renunciar siempre está ahí. Pero renunciar, eso está prohibido. Vive hoy con los amigos, disfruta con ellos, porque la vida te cambia de sopetón y no te avisa». Es Frías en pura esencia. Nunca fue de los que adornaban los textos, sino que eran directos, claros, contundentes... Como éste. Demoledor. No renunciará. Seguro. Su reencuentro con Fefe González padre fue especialmente emotivo. Entre ellos (y alguno más) suman cientos de miles de kilómetros por las tortuosas carreteras de la Costa del Sol, cuando no había ni autovías, ni autopistas, ni casi de nada, a bordo de grandes 'bólidos', como los históricos 'coche-piedras' 850 y 127. Y es que la historia no se ha escrito siempre con aves en la puerta, ni mucho menos...

Amigos también los de Ángel, sin duda alguna, un hombre joven al que la muerte le llegó por culpa del maldito ictus, que hoy se nos ha colado por aquí de rondón...La diferencia es que el ictus lo sufrió en la sala de espera de urgencias del Hospital de Antequera tras cinco horas de dolor y agonía. Por cierto, todos siguen en sus cargos como responsables en aquel centro tras este lamentable suceso. Cosas de la vida. Ángel era amigo de sus amigos, lector empedernido, futbolero, enamorado de su Fuente de Piedra... sus amigos lo recuerdan hoy por televisiones y emisoras de radio nacionales: piden que no vuelva a ocurrirle a nadie lo que a él, que se active un protocolo para evitarlo, y que se le llame 'Ángel', en su honor... No piden mucho, sólo que no se olviden de aquel hombre al que el destino lo llevó en mala hora a aquella urgencia.

Amistad la que ha demostrado Manolo Sarria a lo largo de estos años para con su inolvidable compañero Juan 'El Pulga'. Dani Rovira lo tiene claro. Su tuit no fue menos directo: «Si algún día me muero antes de tiempo, pediría que me recordaran con el cariño la memoria con la que Manuel Sarria recuerda a su querido Juan 'El Pulga'. Eres una personas maravillosa, Manolo». Lo firmo. José Atencia, uno de los grandes médicos y padre de la hematología malagueña moderna, fundador y hermano mayor de Estudiantes y presidente de la Agrupación, pero sobre todo excelente persona y amante de Málaga como pocos, era muy amigo de Garrido. Juntos vivieron momentos para su historia. Garrido pensaba publicar (incluso ya lo estaba preparando) un libro con los pregones de Pepe Atencia. Como homenaje. El proyecto no ha quedado en el limbo ahora que ninguno está. El testigo se mantiene, aunque cada vez son menos las manos para pasarlo. El que tiene un amigo tiene un tesoro, dice el refrán. Pero la muerte no es el final, que decía mi leído San Agustín. «Estoy en la habitación de al lado». Sí, muchos firmarían ahora mismo tener amigos como los ejemplos de este artículo.

Hablando de la muerte, que es hablar de la propia vida. Los que tuvimos la enorme suerte de ser alumnos del más destacado profesor de Historia que haya habido en las última décadas en este país llamado España, Carlos Seco Serrano, nunca olvidaremos su sabiduría y sus maravillosas enseñanzas: «La Universidad no te enseña nada más que una cosa, y esa no se estudia: a pensar; si cuando salgas no lo has aprendido, para nada te valdrá el título», decía a sus alumnos... Sus clases en la convulsa Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense en 1975, conocida popularmente en Madrid como 'el búnker', eran las que siempre estaban completas. Su amor por la enseñanza le llevaba a prorrogar sus horarios de forma voluntaria, y esas 'clases extras' se llenaban, incluso con quienes en aquellos vertiginosos días estaban el resto del tiempo más en la calle que en las aulas en su lucha contra el régimen franquista. No éramos más de diez los andaluces de aquel curso de 175 alumnos que luchaban todos los días por... ¡una banqueta! Son muchas sus frases históricas, pero una quedó tatuada en la mente de muchos, una que dijo en referencia a Cánovas del Castillo: «España nunca deja a los muertos en paz, sean de la época, del color político, económico o social que sean, y eso es lo que nos tiene siempre viviendo como en una continua pesadilla». La vida se va con la muerte, y los honores también. Honores y honor no es lo mismo. El honor tampoco se aprende en ninguna facultad, para nada... Diferenciar entre honor y honores es fundamental y no mucha gente lo sabe hacer. Viene a cuento de un tema especialmente delicado (porque hablar de los que no están vivos y no pueden defenderse bordea todos los límites), la descarnada discusión del pleno del Ayuntamiento de Málaga por los honores (ya retirados) de José Utrera Molina, sin duda franquista, sin duda ministro del Régimen, pero también una persona entregada y enamorada de su tierra, Málaga. No voy a decir mucho más al respecto, entre otras cosas porque no hay que prestar mecheros a la hoguera de las redes sociales («invento del demonio», que dijo Maese Antonio), aunque sí recomendaría algún que otro edil local (tampoco hace falta título para ello...) un curso acelerado de historia contemporánea de España por sus 'patones' en sus intervenciones. Ahora bien, de verdad que son (somos) muchos los que pensamos que con los problemas que tenemos los vivos en Málaga, ¿para qué tantas horas de disputa por los que ya descansan en otros Horizontes? Lo pedía Seco Serrano: «Dejemos de vivir en continua pesadilla...».

Se nos va este maldito enero. Disfruten de la vida, sean felices y hablemos de presente y de futuro. El pasado, sólo para no repetirlo...

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