Días de terral
Pocas veces somos conscientes de hasta qué punto es importante el terral en nuestras vidas. No les digo más que Málaga no sería la misma ... de no ser por este poniente cálido que viene del interior (de tierra), baja por los cauces de los ríos y nos pega una llamarada de vez en cuando. Acaba de llegar el primero del verano y habría que celebrarlo, aunque, como escribió mi admirado Jesús Nieto en estas mismas páginas, «viene a dejarnos secos los lacrimales».
El terral ha moldeado la ciudad y hasta el carácter de los malagueños. Por factores meteorológicos, y este es uno de los principales, los barrios considerados pudientes se erigieron desde el río hacia el Este, donde la brisa marina suaviza el ambiente; mucho antes de que llegara el aire acondicionado y nos pegara el sablazo con la factura de la electricidad.
Por la misma razón, Marbella es Marbella, porque allí rara vez hace tanto calor, en detrimento de Estepona, donde la lengua de fuego entra a saco. Y Rincón de la Victoria se convirtió en el lugar de veraneo de la clase media de los 70, esa que todavía se muda en junio, al terminar los niños el colegio, y vuelve en septiembre, en un movimiento migratorio que sólo entienden quienes han nacido aquí.
En esas noches únicas del verano de Alborán, azuzados por la caricia dulce del terral y la luz de la Luna, se han prometido amores eternos. La humedad relativa baja al mínimo, se suda menos y eso ayuda, que los efluvios de la calina nunca fueron buenos afrodisiacos. Como dentro del hogar se está más fresquito, los espíritus de natural callejeros se reencuentran con los suyos. Pero en la cara mala, que también la tiene, ese mismo aire recalienta las entendederas y da lugar a sonadas algarabías tabernarias. Lo que es peor: algunos de los incendios más virulentos y letales han ocurrido en los días en los que se cumple la regla de los tres treintas.
No se van a creer la aparente paradoja, pero si Málaga tiene el verano más suave de Andalucía es en buena parte gracias al poniente, que ayuda a movilizar las masas de agua del mar, desplaza las más cálidas de la superficie y hace emerger las que están a mayor profundidad. «¡Qué fría está el agua!», es el comentario de todo el mundo en las playas. Pero en cuanto rola a levante, la brisa renovada recorre la ciudad y refresca el ambiente. Lo sabe bien José Luis Escudero, al que llaman terral los amigos, y que es la referencia en el estudio de este fenómeno.
Va a estar con nosotros hasta el sábado, así que salgan a disfrutar con moderación de nuestro viento endémico, porque es una de las razones de que seamos como somos.
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