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ROSA BELMONTE
Lunes, 14 de agosto 2017, 08:27
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Una de las promesas electorales de Macron fue la de regenerar los hábitos de los políticos. También Hollande quería moralizar la vida pública. De momento, ha sacado adelante una ley contra los sobresueldos parlamentarios. También se votó la prohibición de emplear a familiares, pero nada impide que yo contrate a tu hija y tú a mi marido. La ministra de Justicia ha dicho que una ley no hace verano, que es necesaria la evolución de los políticos, cosa tan difícil como pretender la evolución del hombre en un quinquenio. En Castilla-La Mancha, el primer pacto PSOE-Podemos ha sido poner sobresueldos a los altos cargos. Los que sean funcionarios tendrán el nivel máximo de salario al volver, lo que no deja de ser otra puerta giratoria contra las que tanto claman. Más cutre que la portezuela de Gas Natural. Pero portezuela. A la ley francesa han dejado de llamarla de moralización para llamarla de confianza en la vida pública. Todavía falta.
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