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Cambalache

Antonio Ortín

Málaga

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Lunes, 18 de diciembre 2017, 07:45

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Quien tuviera la esperanza de que el siglo XXI iba a enmendar el cambalache que Enrique Santos Discépolo relató en el célebre tango ya puede ir plegando ilusiones. «El mundo fue y será una porquería, ya lo sé». Y para eso no hay nada más que darse una vuelta por Twitter y demás redes. La tecnología estará muy avanzada, pero la condición humana anda más o menos como cuando en 1934 el bonaerense estrenó esta pieza. Y esos vigentes instintos primarios le hacen a uno pensar que «si uno vive en la impostura y otro roba en su ambición, da lo mismo que si es cura, colchonero, rey de bastos, caradura o polizón».

Y así las cosas, un tipo mata a otro por el simple hecho de llevar unos tirantes con la rojigualda y aquí pocos se mueven de la silla, porque los odiadores profesionales condenan o perdonan según el bando donde caiga la víctima. El baremo del escándalo y la indulgencia es inversamente proporcional a la proximidad ideológica, al margen de que el crimen sea más o menos sanguinario. La ética y la moral, como en el tango, se perdió por la «vidriera irrespetuosa» de un siglo, el XXI, que «sigue siendo un despliegue de maldad insolente» tan grande que, como entonces, «ya no hay quien lo niegue».

Y luego está el latrocinio, claro. Porque la estrofa corrupta continúa escribiéndose cada día. Uno revisa los periódicos de este año que llega a su final y es una sucesión interminable de manos largas, prevaricaciones, cohechos y falsedades documentales que la lista de corruptelas se confunde como la de los reyes godos o las letras microscópicas de las antiguas guías de teléfono.

Estos días de epílogo del 'caso ERE', con Chaves y Griñán en el banquillo, viene el recuerdo reciente y fresco de tantas 'gürteles' y 'urdangarines', Bárcenas y Granados, protagonistas de la putrefacción incrustada en el sistema de las últimas décadas. «Y 'mezclaos' con Stavisky van don Bosco y la Mignon, don Chicho y Napoleón, Carnera y San Martín», además de quién sabe cuántos ediles, exconsejeros y cargos orgánicos más de la partitocracia española.

Y sobre todas las cosas, el nivel, claro. Un independentista que llama puta a Arrimadas; otro que habla de los 'esfínteres dilatados' de Iceta. Y ese Trump que, en su dialéctica geopolítica de rancho de Texas, define a Kim Jong Un como «gordo enano» y coloca a todo el Planeta al borde de una Tercera Guerra Mundial. Un siglo, en fin, donde es posible que cualquiera llegue a gobernar el mundo; «lo mismo un burro que un gran profesor».

Así que, qué quieren que les diga: «¡No pienses más, séntate a un lao, que a nadie importa si naciste honrao!» Aprovechen estos días para reír con los amigos y la familia. Ya, si acaso, nos volvemos a encontrar en el nuevo año, a ver si podemos buscar un arreglo a eso de que «los inmorales nos hayan igualado». Feliz Navidad.

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