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Domingo, 20 de mayo 2018, 09:40
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Andamos todos preocupados por el futuro del Málaga Club de Fútbol. Y no por el descenso a Segunda División, que muy pronto, allá por el mes de octubre y noviembre de 2017, se comenzó a vislumbrar más como un hecho irreversible que como una lamentable posibilidad. Lo realmente trágico en estos momentos es contemplar el vacío de poder y la falta absoluta de capacidad en el seno del club para configurar un equipo que pueda devolver pronto al Málaga a Primera División. Es una triste realidad que el club es propiedad de una persona, Al-Thani, que ha demostrado y demuestra cada día su falta de voluntad para liderar un proyecto deportivo como el del Málaga C. F. Sus hijos varones, con cargos ejecutivos en la entidad con suculentos salarios, son meros figurantes que, a decir por sus hechos, están más preocupados de satisfacer sus caprichos que por el club, y su hija pone más voluntad que eficacia. Todo es un absoluto desatino, agravado por la pésima gestión deportiva de Arnau, primero, y de Husillos, después. Con los entrenadores ha pasado otro tanto de lo mismo, Míchel y Jose sucumbieron nada más empezar sus respectivas etapas y dieron la sensación de aferrarse al cargo a pesar de verse incapaces semana tras semana para dar un mínimo nivel de equipo de Primera. Duele decirlo, pero aquí, durante toda la temporada, ha faltado mucha dignidad y, sobre todo, amor por los colores. Los jugadores, que salvo muy pocas excepciones solo entienden del color del dinero, se han arrastrado por el campo. Y los consejeros consultivos y ejecutivos hacen lo que pueden, más allá de sus obligaciones y responsabilidades, pero deben saber que el silencio y las buenas intenciones no siempre son suficientes. Nadie duda de la buena voluntad, pero hoy por hoy el Málaga necesita más gestión que voluntad y, sobre todo, acción.
En este mismo espacio he reconocido que Al-Thani puso al Málaga en el mejor lugar de su historia, la Champions League, pero también es cierto que va camino de dejarlo en el peor de su historia. Y no me refiero en Segunda o Segunda B, sino en la desaparición. La situación es extraordinariamente compleja por la extravagante personalidad de su propietario. El Málaga C. F. está en una situación estrambótica; todo depende de Al-Thani, y Al-Thani hay días que ni está ni se le espera. Todos esperando que, por fin, conteste un email o que tenga a bien hacer una llamada. Ahora todas las esperanzas están depositadas en la capacidad de Muñiz para hacer un buen equipo, pero, si nos atenemos a los antecedentes, tendrá un trabajo muy complicado.
Al-Thani y su familia deben saber que si somos muchos los que opinamos que deben irse no es ni más ni menos que por su dejación, por su ausencia, por su indiferencia. Ojalá todo fuera diferente y estuvieran al pie del cañón, al frente de la nave malaguista, como buenos gestores. Pero no es así ni por asomo. Si el Málaga C. F. les importa poco, o nada, o solo lo ven como sustento económico, lo mejor que pueden hacer es vender e irse.
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