Alcántara y Garrido
Carta del director ·
Secciones
Servicios
Destacamos
Carta del director ·
Málaga
Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.
Domingo, 15 de abril 2018, 09:58
Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.
Compartir
Dijo ayer Manuel Alcántara, a sus 90 años y tres meses, que lo importante no es durar, sino vivir. Y él está viviendo mucho; cada día como si fuese el último, sin querer esperar ni resistir; tan sólo avanzar, aunque sea a paso lento y cansino. Es extraordinaria su lucidez y la fortaleza de su ahora frágil cuerpo, empeñado en ese vivir más que en durar, aunque esté durando mucho; y por mucho tiempo. «Es curioso, porque lo primero caliente que entra en mi cuerpo muchos días es un dry martini helado», confesaba como el que se siente agradecido por ser y por estar. Agradecido a los años y a su hígado. Nos lo dijo ayer minutos después de recibir la Encomienda de la Orden de Alfonso X El Sabio, mientras se fumaba un Ducados, se bebía una cerveza y recordaba a compañeros como Cronos, Sardina o Castillo en Marca y también a púgiles de la época. «Aún hay taxistas en Madrid que me recuerdan por las crónicas de boxeo. Fíjate», rememoraba tras una retahíla de nombres y combates que en su voz profunda y quebradiza suenan como poemas del cuadrilátero, como rimas de una cuenta atrás. «Porque yo lo que siempre he sido y soy es un periodista». Y eso, dicho por un poeta, es un orgullo para este oficio.
Ayer, cuando tomó la palabra, realizó una exaltación de españolidad, de España como asidero moral y vital. Como si quisiera aconsejarnos y advertirnos de que la identidad no es una bandera, sino un proyecto común, «porque os doy las gracias a todos vosotros; porque vosotros sois España».
¡Qué bonito y grandioso hubiera sido ver ayer a Antonio Garrido recoger también su Encomienda de Alfonso X! ¡Y escucharlos a los dos mano a mano! Recreándose ambos en la palabra, en la entonación, en la selección sutil y certera de cada verbo y cada adjetivo. Fue su viuda, Sonia Hurtado, quien recogió este galardón póstumo con unas palabras llenas de admiración, amor y emoción hacia Antonio.
Nadie como su familia le echará tanto de menos, pero todos nosotros nos acordamos cada día de él; compañero de SUR, profesor, político, escritor, cofrade, pregonero, gestor y, sobre todo, buena persona. Un grande de la Cultura, un peso pesado de la amistad.
La Orden de Alfonso X El Sabio permitió ayer volver a ver a Alcántara y recordar a Garrido. Y sólo por ello mereció la pena, porque en la vorágine del día a día quizá nos empeñamos en durar, en hacer y en correr y nos olvidamos de vivir. Y vivir es también escuchar a los grandes, a los que tienen cosas que decir y que luego, como dice don Manuel, se marchan sin rencor, si pedir nada. Por no pedir, ni siquiera pedir perdón. Y a vivir, que son dos días.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.