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A cada uno lo suyo

No era afecto, Sr. De la Torre

El 'afecto' de Utrera a Málaga lo podía haber demostrado defendiendo a sus gentes frente al franquismo al que pertenecía

PEDRO MORENO BRENES

Domingo, 21 de enero 2018, 10:54

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España, 1975, el Ayuntamiento de Málaga otorga la medalla de la ciudad a José Utrera Molina, gobernador civil de Ciudad Real, Burgos y Sevilla, además de subsecretario del Ministerio de Trabajo, ministro de Vivienda y ministro-secretario general del Movimiento durante el franquismo; no hay duda de que hablamos de una persona plenamente identificada con el régimen del siniestro asesino que asoló España durante 40 años hasta el punto de que participó de forma activa en sus más altas esferas institucionales, a lo que cabe añadir que, a diferencia de otros altos cargos franquistas que se adaptaron a los nuevos aires, Utrera nunca renegó de su papel en aquella negra etapa de la historia de nuestro país. Por tanto, afirmar, como ha hecho el alcalde de mi ciudad, Sr. De la Torre (en la sección de Pilar R. Quirós en SUR), que la medalla de la Ciudad de Málaga se había concedido a Utrera Molina por sus «valores, sus cualidades humanas y por su afecto a Málaga y su sensibilidad social» no se ajusta a rigor histórico alguno. Creo que el alcalde se ha metido en este embrollo debido a su complicado papel institucional en esos años (presidente de la Diputación Provincial de Málaga), pasado que no ha impedido que desde la transición haya asumido el contenido y las formas de una sociedad democrática hasta el punto de ganar en buena lid varias elecciones municipales con amplio respaldo popular. Lo dice alguien que aspiró al alto honor de ser alcalde de Málaga en dos ocasiones y perdió en las urnas frente al actual regidor.

Y no es verdad lo que dice De la Torre porque él sabe perfectamente que en esos tiempos altas distinciones como la medalla de una gran ciudad se daban a alguien con la trayectoria de Utrera precisamente por la misma, es decir, por formar parte de aquella dictadura, y era una forma de reafirmar los principios de un régimen que pateaba los derechos humanos, fusilaba y encarcelaba. El 'afecto' a Málaga lo hubiera demostrado Utrera intentando evitar la represión a los obreros que eran reprimidos en nuestra ciudad, a los curas que se encarcelaban por defender el mensaje de amor de una Iglesia a la que él decía pertenecer, o a los estudiantes que luchaban por unos derechos cuyo ejercicio podía implicar un procesamiento por el Tribunal de Orden Público.

Es compresible que un hijo defienda a un padre, pero los representantes del pueblo de Málaga que han decidido retirar la medalla al exministro fallecido no tienen por qué aguantar el tono irrespetuoso (por ser moderado en la calificación) de uno de los hijos de Utrera. Si con las «plumas de gallina» se quiere mostrar el desprecio a la falta de gallardía y a la mezquindad, podría desplumar a un gallinero completo para mandarlas a los que sometieron a España al miedo mediante la violencia de los más fuertes, es decir, la de los cobardes.

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