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ALIVIO. ¿SÍ?

IGNACIO MARCO-GARDOQUI

Martes, 25 de abril 2017, 09:06

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El resultado de la primera vuelta de las elecciones francesas ha tranquilizado a toda Europa y a medio mundo. A mí no. No se preocupe, ya sabe que todos los que son más cenizos que yo están en el Libro Guiness de los Récords. Le digo por qué. Claro que podría haber sido peor. Claro que podían haber pasado a la segunda vuelta la apocalíptica Le Pen y el tenebroso Mélenchon, lo que habría supuesto una sacudida continental de primera. Ahora, en cambio, es de suponer que el refrescante Emmanuel Macron concite a su alrededor a una buena parte de los asustados por la señora Le Pen y gane la segunda vuelta con holgura. Gracias a ello, Francia no descarrila y Europa no se despeña.

Pero, ¿y después? Todos los analistas han subrayado la debilidad de Macron al carecer de un partido que le arrope y actúe de cadena de transmisión de sus designios. Para gobernar un país hace falta un líder preclaro y algunas centenas de funcionarios de elite y varias decenas de miles de funcionarios normales. Ya sé que en Francia existe un cuerpo de funcionarios bien formados, procedentes la mayoría de la Escuela Nacional de Administración (ENA), y experimentados, que aseguran la estabilidad de la Administración.

Pero, aun así, ¿qué pasará en la Asamblea Nacional? Macron lleva en su programa medidas originales (originales en Francia), convenientes y oportunas. Pero todas, o al menos las principales, provocarán un extraordinario rechazo social. Recuerde que, entre otras bagatelas, pretende profundizar en serio en la tímida reforma laboral que inició Valls y adelgazar severamente el peso de la Administración, con una importante reducción de empleo público. Los sindicatos estarán pintando ya las pancartas y cambiando las pilas de los megáfonos. ¿Será capaz de obtener en las próximas legislativas suficiente apoyo para sacar adelante su programa?¿Cómo seleccionar a candidatos óptimos y evitar a los tradicionales aprovechados que se sumarán al carro vencedor? ¿Qué partido le apoyará con sus votos, compartiendo el desgaste, si sale mal, y sin obtener beneficios, si sale bien?

En resumen, con su previsible triunfo en dos semanas, Macron disipará las dudas sobre la deriva europea hacia la extinción de la Unión. Las Bolsas lo creyeron y se relajaron ayer. Más difícil será que consiga encaminar a Francia hacia la salida del marasmo competitivo en el que se encuentra sumida, acometiendo las reformas que son necesarias para ello. ¡Ojalá lo logre! Yo no lo veo tan claro.

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