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INTRUSO DEL NORTE

La carne triste

ldos los fastos, sólo queda la realidad del libro en la mesilla. La verdad literaria

JESÚS NIETO JURADO

Lunes, 24 de abril 2017, 07:40

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Está bien la parafernalia con aplausos del libro. Todo lo que rodea al acto sagrado de ir, de ponerse frente al «puto folio» (Gistau dixit) y que la cosa prenda: que la cosa marche, que la cosa lleve ritmo y que la cosa, el libro o sucedáneo, pueda venderse por un módico precio para pagarnos, quizá, la dipsomanía o el alquiler del zulo. La literatura fue una fiesta en Málaga esta semana pasada. Hubo colas interminables frente al Levantazo, que nos dejó sin arena en la Noche de los Libros. Todos fuimos a ver a Houllebecq y a Harry Potter, los dos nuevos «maestros de la sospecha». Ya dijo Camus que a pesar de los temporales «aún quedan playas, aún quedan islas». Así que de Málaga ya debe desterrarse por siempre aquel mantra de la ciudad bravía con sus mil tabernas y su poca librería; un refrán que si bien fue cierto, aquí muchos han dejado su empeño en combatirlo. Y hablo del Instituto Municipal del Libro, liquidado ya saben ustedes por quién y por qué: cosas de la nueva y docta política (sic). Hablo del empeño de Txema Martín y de no pocos creadores que pusieron a Málaga en el epicentro de la Cultura, abriéndola al mundo y a la noche, y sin perder por ello la necesaria túnica de Cofradía secreta que mantenemos aquí los que malvivimos de los libros y sus afluentes. Hablo de los libreros que persisten en su oficio mitológico, aunque tengan que reciclar el jersey de cuello vuelto, temporada tras temporada, y pagarle de su bolsillo un café con prisas a ese escritor leonés que viene a soltar a su negocio sus cuatro versos nacidos ya muertos.

La consagración de la primavera pasa por la celebración de la Literatura y cien mil eslóganes más, ahora que abril se marcea. A la presentadora del telediario de la tele privada se le ve con un cuero ajustado vendiéndonos su libraco en esos grandes almacenes que todos conocemos: entre la carnicería y los productos sin gluten. Dicen que será un éxito sin paliativos, y la presentadora del telediario -pobriña-, que aún no ha aprendido el sencillo y noble arte de ubicar bien la coma y otros signos. Claro que entre la mercadotecnia y ese escritor que languidece entre borradores hay enfermos de prosa, editoriales pequeñas y medianas que funcionan por el mero hecho de hacer las cosas bien: MALPASO, Sloper, Círculo de TIZA, Ed. del Genal... O el torrencial Emilio Arnao, que da a la imprenta una media de cinco libros al año, dos columnas diarias, y vive con sus padres con lo justo para tabaco. Y es el mejor de todos nosotros.

Leí las crónicas de Aranda y de Griñán sobre una noche que fue memorable como tantas pocas. Aramburu recibió su merecido homenaje, frente a las envidias mediocres por su PATRIA, que llega y vende.

Se fueron los fastos y sólo queda el libro X en la mesilla, vacío y triste. Como la carne de Mallarmé y como los huesillos del alcalaíno.

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