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SIN IR MÁS LEJOS

La multa del jeque

José Vicente Astorga

Domingo, 23 de abril 2017, 09:50

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I ntuimos cómo se las pueden gastar en Catar los amos del lugar, ya sea con los sirvientes pakistaníes o con los policías autóctonos, según se conduce el jeque en Málaga. Al Thani dejó muestras a principios de abril de que juega en primera liga de la altanería y de que le gusta hacerlo con mucho público, real o virtual, con el que compartir ciertas jugadas en cortijo propio. A juzgar por la multa que propone Antiviolencia, su acusación de racismo contra los policías locales que trataron de impedirle acceder en coche a La Rosaleda por donde no se podía se antoja una chilaba mal hilada. Lejos de pedir perdón por el episodio, el dueño del Málaga se fue al alcalde a protestar no sabemos si por el carril correcto de su malograda rotonda. Al Thani desoyó a los policías y se adentró a velocidad excesiva entre la gente. Aunque aquello no fue una pelea por unas sillas en Carretería, podría haber sido incluso peor para todos. También para él, un señor de rasgos árabes y con móvil en la mano, al que el calentón casi le pone el retrato robot de kamikaze de pega. Mientras espera la sanción municipal, la Comisión Antiviolencia le ha enviado otra multa de 6.001 euros, un escaso peaje para todo un tráiler cargado de prepotencia e ira que se creyó el amo de una autopista sin barreras. Le han aplicado, sin embargo, tarifa de ciclomotor que escapó huyendo en dirección Twitter a escape libre. También aquí algunos prefieren buscar la atenuante arreglalotodo del fútbol es así, aunque ni la inseguridad vial ni otras formas de chulería, fiscales o no, de directivos o de jugadores tengan que ver con el buen juego. Forman parte, eso sí, de ese mundo en el que padres y madres también se alinean cada fin de semana como energúmenos de base para que sus hijos no duden de quién tiene la supremacía sobre los pobres árbitros, la policía o el equipo rival, esos primates que lo roban todo. Hay escenas de impunidad en la base y en la élite que apelan a un extraño derecho para la estirpe de machos alfa de esta guerra que presumen de camiseta de aforados. Lo sufrieron en directo los policías que abordaron al jeque y, salvando las distancias y la velocidad, también los que persiguieron un día a James a 200 por por la M-40. Los guardas jurados les cortaron el paso en el castillo de Valdebebas. Prepotencias y violencias varias son parte del juego que a veces se vuelve peligroso. El mucho dinero no da la educación, ni el poco, por mucho que Joaquín se empeñe en la versión de un jeque tieso. La mucha soberbia sí altera la percepción desde arriba de la realidad y del fútbol, como algunos resultados amañados en el casino global de las apuestas. Todo se ha vuelto tan confuso que hasta los cracks que nadan en millones y tatuajes son ya prescriptores de una creciente ludopatía virtual. Sus amigables timbas publicitarias hacen mucho por que nuestros chavales y los de medio mundo crezcan como las generaciones mejor formadas... en el juego on line.

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