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EL SITIO DE MI RECREO

El sepelio de la literatura

José Antonio Trujillo

Sábado, 22 de abril 2017, 10:53

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La literatura es el tiempo cosido a palabras. No hay minutos más hermosos que los escritos. En el abril que se escribe en prosa, y se vende en ferias de libros, hemos sabido que la Literatura Universal dejará el próximo año de ser materia optativa para nuestros jóvenes bachilleres y por ende, para la posterior descafeinada Selectividad. No me llames reválida si me llamo selectividad, diría el castizo.

El sepelio de la literatura ha sido organizado por las víctimas de la LOGSE que son los que han redactado la actual LOMCE. El exministro Wert pasó a la historia con su célebre sentencia: «Los alumnos no deben estudiar lo que quieren, sino lo que propicie su empleabilidad». Sin duda, su sucesor lo está superando. BOE a BOE, el actual gobierno del PP está organizando el entierro de las humanidades en la tierra que parió a Cervantes, a San Juan de la Cruz y a Umbral. A cuchilladas legislativas, las aulas dejaron de escuchar también los ecos latinos, griegos o filosóficos.

El humanismo es el regalo de nuestra civilización occidental a la Historia de la Humanidad. Nuestra educación contribuyó a situar al hombre en el centro de todo el interés de las personas, otorgándole su auténtica dimensión. Ninguna otra cultura lo había hecho antes en la misma medida que nosotros. La literatura ha conformado el alma de una sociedad que entendió que cuidar las palabras significaba cuidar también a las personas. El ideal humanista, de conceder a la ciencia y a las letras el valor de transformar a la sociedad, no puede cercenarse con leyes educativas sin visión histórica.

Ser humanista es una forma crítica de estar en sociedad. No es un añadido circunstancial. Es una opción personal y profesional de mostrarse a las personas con las que queremos mejorar la sociedad. No es cosmética con color de cultura y aroma de esnobismo. Es compromiso con las personas y apuesta radical por una forma de entender al hombre y la vida. El humanista no percibe el legado recibido como bisutería intelectual sino como carga que debe cuidar y transmitir. Apostar por el humanismo es apostar por una forma de vida que se construye desde los valores y con la intención de que nuestras vidas dejen poso en la historia. No es descabellado intentar seguir seduciendo a los jóvenes con el amor por las humanidades.

Nuestra actual sociedad española debe seguir apostando por una economía que integre a las personas y las dignifique, ofertando las ocupaciones profesionales que más se demanden, pero no puede ser al precio de olvidar en nuestra educación a la literatura, que es el hilo que da coherencia a nuestra cultura humanista.

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