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CARISMAS Y CARAMBAS

EL DICHOSO URBANISMO

JACQUELINE CAMPOS

Sábado, 22 de abril 2017, 10:49

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Lo de esta Semana Santa que acaba de dejarnos, más que una buena semana turística ha sido una especie de avalancha de madrileños que no sólo han inundado Marbella sino, en general, muchas otras localidades de la costa mediterránea. Lo bueno es que Madrid, a su vez, también ha recibido gran número de visitas de turistas por lo que parece que hay mucha más alegría en la gente, menos miedo al futuro y una cierta convicción de que las cosas van mejorando. Señales que hablan por sí solas y evidencian que el personal opta por moverse y hacer turismo para romper la monotonía de la rutina de las grandes ciudades.

Por cierto, muchos de los que nos han visitado y que se han dado su caminata de rigor por el magnífico paseo marítimo, en el que no cabía un alma, se quedaban sorprendidos por la tremenda obra que se está llevando a cabo en plena playa de Marbella para construir un chiringuito que más bien parece un edificio en toda regla, a la vista de la profundidad de los cimientos que se están construyendo. Algo insólito y que la mayor parte de los transeúntes no daban crédito tras inmortalizar semejante movimiento de tierras en sus móviles. La ciudad siempre se ha manifestado a favor de los chiringuitos que forman parte indisoluble del tipo de playa que caracteriza a la Costa del Sol y a Andalucía, pero lo de esta obra, en plena playa y a muy poca distancia del mar, es algo difícil de entender y mucho menos que se le haya otorgado licencia. Como decían los sorprendidos transeúntes, esto solo puede ocurrir en Marbella.

Hablando de obras debe ser complejo el escenario urbanístico de la ciudad como para que haya sido necesario gastarse ciento cincuenta mil euros en un informe que aclare cuál es la situación de Marbella en esta materia tan difícil, por no decir imposible. Esperemos que el equipo de expertos de la Universidad de Málaga, al que se ha adjudicado el concurso, nos aclare el camino aunque parece que hay que esperar a finales del 2018 para ello. No obstante, una en su ingenuidad piensa que con tres mil funcionarios y empleados en el Ayuntamiento, cómo es posible que haya que pagar expertos externos para que emitan informes. En fin, no dudo que tenga su explicación pero al contribuyente normal me temo que le costará entender esta cara cuestión, a no ser que haga un master en dicha universidad.

Ahora eso sí, consuela saber que hay consenso, o al menos eso parece, en la hoja de ruta, expresión tan habitual hoy día, para tratar de recomponer la situación o, al menos, dar soluciones que mejoren los actuales niveles de seguridad y estabilidad en el ámbito urbanístico que son, a la postre, condicionantes básicos para que se produzcan inversiones en el municipio. En esa línea resulta fundamental que se aprueben todos los flecos que el PGOU de 1986 tenía pendientes por culpa del desastre de la época GIL. Y también que se adapte ese plan a la Ley de Ordenación Urbanística de Andalucía, la famosa LOUA, algo que todos los operadores públicos y privados coinciden en considerar que es un paso esencial para dar un mínimo de confianza y seguridad a los muchos inversores que siguen mostrando interés en Marbella.

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