Borrar
LA TRIBUNA

¿Pobreza infantil o de las familias con niños?

Para lograr frenar la transmisión de la pobreza se necesita la atención integral y coordinada de las políticas públicas y las entidades de acción social

FRANCISCO JOSÉ SÁNCHEZ HERAS. DIRECTOR DE CÁRITAS DIOCESANA DE MÁLAGA

Lunes, 3 de abril 2017, 08:50

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Hace casi un año la Fundación Foessa presentaba las principales conclusiones del estudio 'La transmisión intergeneracional de la pobreza'. En él se confirmaba, una vez más, que la infancia es uno de los colectivos más débiles e insuficientemente protegidos, y que la pobreza «se hereda» y se prolonga porque no se invierte lo necesario. El estudio también denunciaba cómo, comparado con la media de la UE, España destina muy pocos fondos a este fin. La parte del PIB que nuestro país dedica a la infancia y la familia es el 1,3%, frente al 2,2% de media de la UE27. En España, el total de gasto en protección social supone el 5,3% mientras que en la UE27 se alcanza el 7,5%.

A ese mayor riesgo que tienen las personas que han vivido su primera etapa vital dentro de un hogar en pobreza, de sufrir problemas económicos y situaciones de gran necesidad en su vida adulta, se le denomina 'transmisión intergeneracional de la pobreza'. La pobreza se puede heredar, y de hecho se hereda. Si no lo remediamos, ocho de cada diez personas que nacieron y se criaron pobres, lo serán también en el futuro, subraya el estudio. Esta situación nos habla de la pobreza presente pero también de la futura, en la medida en que asistimos a un proceso de transmisión de las dificultades económicas de una generación a otra, y del riesgo de que esta pesada herencia se siga produciendo, si no hacemos nada por evitarlo.

La pobreza infantil es la pobreza de las familias con niños. Nuestra sociedad no está asegurando unas condiciones de vida dignas a las familias con hijos. De hecho, el mayor riesgo de pobreza y de exclusión social se da precisamente en este sector y es notablemente mayor al de cualquier otra configuración familiar. Peor aún es la situación de las familias monoparentales con varios menores a su cargo. La pobreza se multiplica por dos en los hogares con menores y casi por tres entre las familias numerosas. Y aunque es cierto que esta realidad existía antes de la crisis económica, esta ha provocado que la pobreza sea más extensa e intensa en los últimos años. La crisis no ha sido igual para todos, ni tenemos las mismas oportunidades, pero también los datos nos indican que es posible construir situaciones para la igualdad.

La familia influye, pero no es lo único. En la transmisión de la pobreza intervienen elementos que van más allá del conjunto de valores, actitudes y motivaciones que los padres transmiten a sus hijos. Actúan de manera decisiva una serie de factores, que no dependen de la orientación de la familia, y que están relacionados con nuestro modelo de sociedad. Un modelo social y económico que perpetúa las situaciones de pobreza, a través de elementos de carácter estructural que intervienen en dicha transmisión, entre los que destaca: el nivel de estudios (la pobreza se multiplica por dos entre aquellas personas cuyos padres no completaron ninguna etapa educativa), la situación laboral (también se multiplica por dos para los adultos cuyos padres permanecieron desempleados largos periodos de tiempo durante su infancia y adolescencia), y obviamente la renta (los problemas económicos en la infancia y adolescencia han actuado como freno a la adquisición de niveles educativos más altos).

Para lograr frenar la transmisión de la pobreza se necesita la atención integral y coordinada de las políticas públicas y las entidades de acción social. Por tanto, es necesario y urgente diseñar una política pública específicamente dirigida a luchar contra este fenómeno.

Esta tarea es inabordable sin una política pública adecuada, pero también precisa de una mejora sustancial de los procesos de intervención que desarrollan las entidades que trabajamos en acción social. En Cáritas llevamos muchos años atendiendo las necesidades de las familias y de los menores desde las parroquias: acogiendo, acompañando, desarrollando proyectos promocionales en barriadas con un elevado índice de pobreza y exclusión, con casas de acogidas para mujeres embarazadas y para madres con hijos a su cargo que tengan grandes dificultades para afrontar su situación. Con todas estas actuaciones tratamos de poner freno a la transmisión de la que hablamos. Creemos firmemente que para conseguirlo es fundamental abordar las situaciones familiares en su globalidad, con programas para todos: que ni segreguen ni estigmaticen a las personas en función de sus problemas, que estén diseñados para que las familias sean las protagonistas de sus propios procesos, y que animen a la promoción social de las familias y de los menores de estas.

La familia es la gran riqueza social que no está siendo apoyada desde las políticas sociales. Cualquier sociedad que aspire a ser justa, fraterna y solidaria no debería considerar la inversión en la infancia como una responsabilidad exclusiva de los progenitores, sino como una tarea de todos orientada al bien común. Tenemos que invertir la situación y para ello necesitamos reproducir la solidaridad, no la pobreza.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios