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CARTA DEL DIRECTOR

Nadie se acuerda de los autónomos

MANUEL CASTILLO

Domingo, 2 de abril 2017, 10:11

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El Gobierno de Mariano Rajoy aprobó ufano el proyecto de ley de los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para 2017, que logrará sacar adelante con el inestimable apoyo de Ciudadanos y, presumiblemente, de los vascos del PNV y los diputados canarios. Y es una buena noticia. Sin embargo, es inevitable caer en la cuenta de cómo se vuelve a evidenciar el absoluto olvido que en este país los partidos tienen hacia el colectivo de autónomos, que en Málaga alcanza la nada despreciable cifra de 110.000 personas y en España, 3,2 millones.

Basta conversar cinco minutos con un autónomo de verdad para darse cuenta del sistema demencial que existe en España, donde literalmente se expulsa a muchos hacia la economía sumergida, cuando no hacia la ruina o el desempleo.

La medida de ampliar hasta los 12 meses la tarifa plana para los nuevos autónomos, que tendrá un coste aproximado de 480 millones de euros, es sólo un buen titular, una buena excusa para la mala conciencia de Ciudadanos, al que se le llenó la boca en los periodos electorales con los autónomos, pero cuando llega el momento de tomar decisiones los dejan tan tirados como históricamente lo han hecho el PP y el PSOE.

¿Tiene sentido que pague lo mismo un autónomo que facture 600 euros que otro que supere varios cientos de miles? ¿O que adelanten el pago del IRPF? ¿O que sigan financiando al Estado con el pago del IVA de facturas emitidas, pero no cobradas?

A los señores de las cuentas del Gobierno y a muchos economistas de 'prime time' no les gusta hablar del asunto, incluso lo niegan o criminalizan al autónomo, pero la realidad es que el propio Estado alimenta el dinero negro y la economía sumergida porque para muchos es literalmente imposible tirar para adelante frente a una presión fiscal y un sistema incapaz de aplicar criterios de equidad. Hoy es heroico ser autónomo. Así de claro.

Si el Estado y su aparato recaudador pusieran el mismo empeño ante las grandes empresas o esos prósperos negocios que el que ejerce frente a los ochocientoeuristas, otro gallo cantaría.

¿Es tan complejo que un autónomo pague en función de sus ingresos, sobre todo en sus comienzos? ¿Es tan difícil un sistema de ayudas para las primeras contrataciones? ¿Por qué pagar un IVA que no se ha ingresado?

Uno ve millones de planes públicos (formación, subvenciones a grandes compañías, etc.) y piensa qué nivel de impotencia deben sentir los autónomos honestos, que son mayoría. Estos señores de Hacienda, la Seguridad Social, el Gobierno y el Congreso de los Diputados, que ven la vida desde sus cómodos sillones del despacho, deberían darse una vuelta por los talleres, las panaderías, las tiendas de barrio o las fruterías; deberían saber lo que es vender a puerta fría o trabajar a la pieza. Quizá entonces podrían entender la indignación que provoca tanto desprecio y tanto discurso cínico y hueco de tanto político que sólo se acuerda de ellos para pedirles el voto o robarles la cartera. Y tanto.

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