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El malagueño que plantó cara a Enrique VIII
HORIZONTES CERCANOS

El malagueño que plantó cara a Enrique VIII

Luis de Torres, que llegó a ser arzobispo en Italia, fue secretario del Papa Paulo III y personaje clave en un período histórico de la Iglesia Católica. Sus restos descansan en la Catedral en un monumento funerario que acaba de ser restaurado. La profunda huella que deja el padre Victoriano Planas

Pedro Luis Gómez

Domingo, 26 de marzo 2017, 10:13

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La inconclusa Catedral de Málaga, que se nos cae a trozos ante la indiferencia de los malagueños por un mal entendido romanticismo que es lo que 'cubre' parte de la desidia que nos caracteriza, está llena de tesoros, la mayoría desconocidos para sus propios vecinos. Ocurre, por ejemplo, con la magnífica tumba (escultura incluida) del arzobispo Luis de Torres, que acaba de ser restaurada por las Hermanas Caro por encargo de la empresa Esirtu Group, y que ha recuperado su gran esplendor. La escultura funeraria de este ilustre malagueño -que murió en Roma, y que se construyó un palacio en la Piazza Navona de la capital de Italia, una joya arquitectónica que aún existe hoy en día-, la hizo Guglielmo della Porta, autor junto con Miguel Ángel de la tumba de Paulo III en el Vaticano.

Luis de Torres era hijo de un judío converso portugués que vino a Málaga tras la entrada de los Reyes Católicos y que hizo fortuna con la exportación de pasas (ya en el XVI).

Realizada en bronce, mármol y alabastro, esta joya estaba muy abandonada y deteriorada por el paso del tiempo, lo que determinó un buen día al director general de Esirtu, Mariano Vergara, a emprender por su cuenta el 'lavado de cara' de la misma. Esta empresa es la que lleva la gestión integral de nuestro primer templo, y está volcada en actuaciones en favor de nuestro monumento, entre ellas, por ejemplo, organizar el recuperado Concierto de Cuaresma del pasado viernes, con el Miserere de Ocón, que fue todo un éxito,

Las hermanas Caro Guedea han hecho un trabajo ejemplar. Para ello han utilizado productos naturales, como jabón neutro y limón para su limpieza, así como cera fabricada en su propio taller para su lustrado, llevado a cabo a mano con paños de algodón y sin maquinaria alguna ni productos industriales, labor que ha dejado el monumento como 'nuevo'.

Luis de Torres, cuarto hijo del judío converso Fernando de Córdoba e Inés Fernández (el matrimonio, muy al uso de la época, decidió cambiar el apellido de sus hijos, y como tenían poder y dinero lo hicieron sin mayor problema, creando la conocida 'Casa de Torres' en Málaga) pasó la mayor parte de vida en Italia, compaginando su vida eclesiástica con su estado acaudalado gracias a que su hermano Diego siguió administrando su fortuna en su nombre. El 2 de abril de 1507, varios hermanos Torres, entre ellos Luis, cuyos restos descansan en la Catedral tal como hemos dicho, se embarcaban en dirección a Italia desde nuestro puerto. Ya en la corte de Roma tuvo la gran fortuna de que César de Riario, patriarca de Alejandría y cuarto obispo malacitano (1519-1540), le nombrara familiar propio, siendo su único heredero universal. La primera noticia que se tiene del futuro arzobispo de su estancia en la corte de Roma se fecha en 1520, cuando Luis de Torres tenía 25 años. Pero su verdadera importancia fue por la enorme influencia que tuvo este malagueño en el papado de Paulo III, (de nombre de pila Alejandro Farnesio), quien al ser nombrado como máximo responsable de la iglesia católica, en 1534, lo designó secretario de Su Santidad, recibiendo el tratamiento de noble señor, hasta que en diciembre de 1548 fue nombrado obispo de Salerno y, tres meses después, culminaba su carrera eclesiástica con su nombramiento de arzobispo, por presentación de Carlos I de España. El 13 de agosto de 1553 en Roma, Luis de Torres I, arzobispo de Salerno, fallecía a la edad de 58 años. Sus restos mortales fueron trasladados a Málaga a petición de su sobrino homónimo y llevados a la capilla funerario que bajo la advocación de Santa María de los Ángeles poseía la familia en la entonces denominada 'catedral nueva' (en la ahora conocida como capilla de San Francisco), en cuya lápida sepulcral se reseña sumariamente su biografía. El mausoleo funerario de este importante malagueño está al lado de la de su sobrino, Luis de Torres II, arzobispo de Monreal, que se atribuye a artistas de la corte vaticana de finales del XVI.

Luis de Torres I es otro de tantos malagueños importantes en la historia desconocido para sus conciudadanos. Incluso corrigió la nepótica gestión inicial de Alejandro Farnesio, (a la postre uno de los Papas más importantes de la historia, incluida su exigencia para que Miguel Ángel terminase las pinturas de la Capilla Sixtina) quien de entrada nombró cardenales a dos de sus nietos, de 14 y 16 años, lo que el malagueño le hizo ver que era un grave error. Después tuvo mucho que ver con la prohibición vaticana de esclavizar a los indios, determinando que tenían derecho a su libertad y a mantener sus posesiones,especificando que el derecho de «abrazar la fe debía serles predicadas con métodos pacíficos», y cuentan que tuvo un papel también de primer plano en la creación de órdenes tan importantes en la iglesia como los Jesuitas (De Torres fue amigo personal de San Ignacio de Loyola, lo convenció para que edificara un convento en calle Compañía) y los Capuchinos, entre otras, y en la organización del Concilio de Trento, importantísimo en el devenir de la iglesia y causa directa de que hoy tengamos la Semana Santa tal y como la conocemos. Pero donde más batalla tuvo Luis de Torres fue en el durísimo enfrentamiento con la corte de Enrique VIII cuando, animando a Paulo III a negarse a las peticiones que hiciera en su día el monarca, entre ellas el divorcio de su esposa a lo que ya se negó el antecesor de Farnesio, Clemente VII, lo que derivaría en la ruptura entre el Vaticano y la Iglesia de Inglaterra, que pasó a estar bajo la corona británica. Parece que el malagueño fue 'militante activo' por su relación con la corona española, «evitando las flaquezas papales ante la presión del ambicioso Enrique VIII». La tumba del Papa Paulo III, en el Vaticano, fue realizada por Guglielmo della Porta, autor a la vez de la figura yacente de su secretario, que es la que preside el monumento funerario hoy felizmente restaurado por una iniciativa filantrópica en nuestra Catedral.

Hablando de la Catedral, el funeral por el eterno descanso del que fuera su organista principal y canónigo, el padre Victoriano Planas, tuvo una masiva asistencia de amigos y conocidos de un sacerdote que ha dejado una gran impronta por su trabajo en Málaga, no sólo en el ámbito sacerdotal o en el musical, sino también en el de la enseñanza. Para muestra, el sentido homenaje que el que fuera presidente de la Diputación Provincial, el socialista Salvador Pendón, le ha hecho a través de las redes sociales: «La posibilidad de realizar los estudios que desde los 24 años me procuraron un empleo que me ha permitido vivir con dignidad y dedicarme a otras ocupaciones la debo en primer lugar a mis padres, y en segundo a don Victoriano Planas López, al que hoy se le ha dado tierra en Málaga», escribía Pendón en Facebook el pasado jueves, explicando que «después de haber realizado por libre los estudios de primero y segundo del Bachillerato Elemental, mi madre supo de la existencia del Colegio Menor Herrera Oria, en Trayamar, y junto a la de mi amigo Salvador Ponce Molero mis padres se dirigieron a don Victoriano para plantearle la posibilidad de una plaza en el internado, lo que alcanzaron gracias a la generosidad del ahora desaparecido, puesto que entonces no tenía la beca del ministerio que ya a partir del curso siguiente mantuve hasta terminar Magisterio. Mantuve con don Victoriano algunas discrepancias cuando fui abriendo la mente a la realidad, alimentando la ideología que aún hoy me sostiene, e instalándome en el agnosticismo, rebelde entonces en razón de la condición del Colegio Menor que él con acierto dirigía. Esas discrepancias no menguaron un ápice el respeto, admiración y afecto hacia su persona que siempre tuve y el agradecimiento por la ayuda que me permitió continuar unos estudios que estuvieron a punto de no llegar al tercer curso de bachillerato (...). Descanse en paz don Victoriano, del que hoy la prensa relaciona las muchas e interesantes ocupaciones que tuvo pero al que recordaré siempre como el eficiente director de un centro educativo que facilitó los estudios a muchos niños y jóvenes del medio rural y de familias humildes que de no ser por el Colegio de Trayamar no habrían podido cursarlos».

Que pasen una feliz semana y servidor que lo vea y disfrute igualmente.

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