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EL EXTRANJERO

Bufando

Antonio Soler

Domingo, 26 de marzo 2017, 10:14

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Bufa el bufón pensando que la izquierda es una gamberrada y que el progreso, básicamente, consiste en apedrear los cristales de la más rancia burguesía. Tocar el timbre de la señora marquesa y salir corriendo. La actitud de la chiquillería metida en el cuerpo, y lo que es peor, en la cabeza de quien representa a cinco millones de ciudadanos. Quizás en el barullo de la adolescencia tardía fuera fácil creer que el máximo exponente de la libertad consistía en escandalizar al personal y que la transgresión de las normas, por muy burda que la transgresión fuese, era lo que le daba carta de identidad a los nuevos tiempos e incluso a la igualdad. Pasados los veinte años, ahondar en esa actitud te llevaba a convertirte en un tipo desajustado, el furgón de cola que se queda mirando el paisaje que queda atrás. El retrasado. Al menos así era antes. Ahora todo ha cambiado y decir caca y culo a la edad de cuarenta años te confiere una cierta categoría de revolucionario o al menos de justiciero.

En eso anda Pablo Iglesias y parte de su grupo. Ante su inoperancia parlamentaria han optado claramente por la vía de la zapatiesta. Desde su llegada a la carrera de San Jerónimo se advertía que la jarana iba a ser una de sus características parlamentarias. Rorros en los escaños con lactancia incluida, besos en la boca a los camaradas y una coreografía variada de carteles -como los del eterno cejijunto Cañamero- vaticinaban el folclore. Pero ahora, con setenta diputados casi ornamentales, la ocurrencia parece haberse convertido en el faro fundamental. Así que, aplicado a ello, Pablo Iglesias se entretuvo en componer una cuartilla con la que iba a dar el gran golpe. Otra vez. Y así, leyendo su papel como el escolar orgulloso de su oda a la primavera, vino a soltarnos todo aquello de que a Rajoy la negociación de los presupuestos le importa un huevo, se la trae floja, se la suda, se la pela, se la refanfinfla y finalmente -oh, miren al nene lo que sabe hacer y qué atrevido es- se la bufa.

Hubiera que haber tenido preparada una piruleta, un yoyó o un bonito sacapuntas con la figura del pato Donald para que Iglesias siguiera afilando su lápiz mágico, ese de donde saca tanto ingenio. Cinco millones de votos dudosamente merecen ese ariete de babero y gominola. Y no porque escandalice ni sea soez ni calculadamente destemplado, sino por burdo y ramplón, porque detrás de tanto voto hay demasiado pensamiento y sufrimiento como para utlizarlos pegando un moco en la chaqueta del profesor. No. A nadie le va a escandalizar oír que se a alguien se la suda o se la bufa. Lo que escandaliza es lo menguado de las ideas, la pobreza de recursos y que pueda pensarse que a estas alturas alguien que no pertenezca al sector más sombrío de la conferencia episcopal vaya a asustarse por oír cuatro alusiones a los bajos de monseñor Rajoy.

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