Borrar
LA ROTONDA

Una larga espera

José Miguel Aguilar

Viernes, 17 de marzo 2017, 08:07

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Una década lleva esperando el Palacio de los Deportes Martín Carpena para volver a vibrar como antaño en un partido de baloncesto; ocho años lleva la afición anhelando saborear de nuevo el gusto de jugar una final. Hoy el Unicaja volverá a vivir uno de esos partidos que se recuerdan con el paso del tiempo. Esta noche un triunfo vale más que un potosí, supone tocar otra vez el cielo europeo en forma de lucha por un título que además tiene el premio añadido de devolver la gloria continental al ganador al disputar la siguiente temporada la máxima competición de clubes. La afición aguarda expectante a que llegue esta tarde para abarrotar el templo de sus sueños, pintar de verde la esperanza, enfundarse la bufanda, aclarar la garganta, atiborrarse de ilusión, liberar la mente, abrir bien los ojos y preparar las palmas de las manos para en cada aplauso sentir cómo el corazón se vuelca con su equipo en forma de un rebote de Omic, una canasta de Musli, un triple de Fogg, un tapón de Brooks, una asistencia de Smith, un robo de Alberto Díaz, un contraataque de Nedovic, una acción defensiva de Suárez, una falta forzada por Waczynski o un gesto de celebración de Dani Díez con la grada.

Hoy toca hacer historia. Ganar el segundo partido de las semifinales de la Eurocup al Lokomotiv Kuban es lacerar la alicaída trayectoria de un club que en 2007 alcanzó en Atenas el Olimpo europeo y que desde 2008 (Supercopa aparte) no sabe lo que es luchar por un título cuando en Madrid forzó la prórroga para conquistar su segunda Copa del Rey. Mientras hace diez años su presencia en la ciudad griega constituía por sí misma un éxito insospechado -solo los elegidos disputan una 'Final Four' en estos tiempos en los que el dinero cada vez incide más en los proyectos-, en la capital de España la derrota se revistió de decepción porque en el deporte las sensaciones cuentan casi tanto como los resultados.

Desde entonces las alegrías han sido más bien escasas y las lágrimas derramadas fueron más producto de impotencia que de satisfacción. En esa retahíla de entrenadores históricos que recitan los más viejos del lugar falta Joan Plaza, que hasta ahora no se había ganado tal privilegio. Esta noche no puede fallar el Unicaja porque le debe mucho a su afición, que ha sufrido de lo lindo en esta travesía del desierto que hoy puede tornar en un oasis de placer. La espera ha sido demasiado larga.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios