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LA ROTONDA

Cuestión de educación

José Miguel Aguilar

Viernes, 10 de marzo 2017, 09:18

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La sociedad española, como parte esencial del progreso y de la estabilidad del país, tiene pendiente una gran manifestación a nivel nacional para reivindicar una educación mejor para sus hijos. Hasta que los políticos no entiendan que la educación no es ideología sino cultura y que una buena formación es decisiva en el desarrollo del alumno, y que debe estar ajena a los vaivenes en el gobierno, este país tendrá un grave problema sin solucionar. Y no es tan difícil solicitar ese esfuerzo colectivo, porque con la sanidad, al menos en Andalucía, ya se ha conseguido que la gente, a fuerza de salir a la calle a protestar, sea escuchada por aquellos que tienen la obligación de dotar de calidad de vida a los ciudadanos. Cuando hay unanimidad en las quejas es que algo se está haciendo mal y entonces necesita cambiarse. Un buen político debe saber escuchar y rectificar, porque no siempre acierta en sus decisiones. Faltaría más.

Ayer todos los niveles educativos, universidad, Bachillerato, ciclos formativos y Secundaria, volvieron a movilizarse contra la LOMCE -una ley discutida por una gran mayoría-, contra los recortes educativos (producto de la crisis más importante del último medio siglo), y contra el proyecto de las carreras de tres años con dos más de máster, el famoso 3+2, que no deja indiferente a nadie. Fue una más de las numerosas concentraciones que se han producido desde la llegada de la democracia -la de ayer en Málaga reunió a más de cinco mil personas-. Hubo una época en la cual estaba de moda justificar los continuos paros en la enseñanza por, decían, las ganas de los estudiantes de hacer huelga, ya que así evitaban ir a clase. La conclusión: no se le daba la importancia que tenía porque carecían de razón. Qué más da que estuvieran en las aulas que en el asfalto.

Y lo que es muy habitual en esta España nuestra es que si gobierna la izquierda la que protesta es la derecha y viceversa, cuando unos y otros tienen idéntica culpa de que cada lustro se cambie una norma que condiciona los primeros veintitantos años de la vida de las personas y luego marque el resto de su existencia. No creo que alguien pueda estar de acuerdo en que a cinco o seis meses del examen más importante a una edad muy comprometida no sepa el baremo de corrección, la temática a estudiar o la forma de prepararlo. Eso es lo que ha ocurrido con la Selectividad este curso. No hay como hablar con un padre cuyo hijo se somete a la prueba previa a la Universidad para notar la preocupación extrema que se vive en el entorno familiar. Y no es para menos. La educación es una cuestión de Estado no un tema para que polemicen los partidos.

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