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GOLPE DE DADOS

El resplandor de Europa

Alfredo Taján

Jueves, 2 de marzo 2017, 08:58

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'El resplandor' es el título de una película de Stanley Kubrick, por casi todos recordada, que se filmó en 1980, y con unas interpretaciones brillantes -no sólo la del maestro Nicholson, sino también la de Shelley Duvall, y la del niño, Danny Lloyd, que tras la terrible experiencia no se puso nunca más delante de una cámara, y ejerce hoy felizmente como profesor de biología-. Lo cierto es que la novela de Stephen King, en que se basó el proteico Kubrick es, si cabe, aún más terrorífica, lo que no quiere decir que sea mejor o peor, sólo quiere decir que se atiene al género de terror en el que King, sin duda y valga la literalidad, es el rey del género, a pesar de su intensa biografía, de las terribles secuelas que le causó un accidente automovilístico, a pesar de sus adicciones al alcohol y a la cocaína, y a pesar de su carácter obsesivo, en ocasiones polémico, y de su hosco retiro en Maine. Lo que ocurre es que, sin ser un novelista bendecido por la crítica, por el contrario ha sido consagrado por millones de lectores, tratándose de uno de los autores más vendidos de todos los tiempos. El propio Le Carré, cuyas cifras de ejemplares enajenados son también millonarias, aseguraba hace unos meses que le gustaría vender tanto como su colega King.

Lo cierto es que el 'último número de King', y esta aseveración me permite dar un giro copernicano a mi artículo, ha sido afirmar, seriamente, incluso presentando pruebas, que Donald Trump, el presidente de los EEUU, es en realidad la diabólica deidad impronunciable de Cthullhu, personaje ficticio creado por Lovecraft, pulpo tenebroso, al que, no obstante, el ciudadano medio americano ha acudido a su llamada. La frase/dardo que King le dedicó a Trump dejó una huella indeleble en el imaginario estadounidense: «El peinado absurdo de Trump no es en absoluto absurdo, en realidad oculta los tentáculos de un calamar gigante, su deidad es oscura y maligna, busca extenderse»; no debe extrañarnos la parodia radical que King realiza del nuevo presidente, porque sus novelas de terror esconden, desde la primera a la más reciente, fuertes críticas al aspecto alienante del sistema americano, a las consecuencias generacionales de la Guerra del Vietnam, que él precisamente vivió, a los asesinatos colectivos, y como guinda final, al racismo y al levantamiento de muros. Para Stephen King Trump, en sí mismo, es el muro, pero no es el único muro, es sólo el que emerge de la tierra y se hace visible. Nuestra querida Europa, la civilizada Europa, la que se ríe a mandíbula batiente del calamar de burdos tentáculos, practica una política similar que está teniendo, sin ir más lejos, sus efectos terroríficos a través de fenómenos como el 'brexit' y el ascenso de la extrema derecha; no en vano el politólogo Saim Nair denuncia que si el continente europeo, cuna de libertades, y con una supuesta mezcla de 520 millones de personas, no es capaz de regular un espacio transitable para cuatro millones de refugiados, los fenómenos de integración están condenados al más bochornoso fracaso: un hechizo de luz negra, un resplandor ciego, esto es, de nuevo, los espeluznantes mitos de Cthullhu.

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