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LA NUBE DOBLE

LA RADIO

Juan Francisco Gutiérrez

Lunes, 13 de febrero 2017, 09:28

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No es raro que el día mundial de la radio se festeje la víspera del día de San Valentín. El encanto de las ondas hertzianas, mutadas ahora en flujos digitales, enamora a la primera escucha. Como ocurre con el amor, la radio subsiste a base de aplicaciones, pues muchos radioyentes calman ya sus ansias a golpe de clic y radio envasada, libre de esclavitud de horarios. En Noruega han anunciado que acaban con la FM: de la onda corta y la frecuencia modulada hemos llegado a lo digital. Aunque el atractivo de la radio sigue estando en el directo, en su mano tendida para agarrarnos a la realidad.

Música, voces, risas, lágrimas: no recuerdo cuándo empezó nuestro idilio. Quizá fuera por una tía abuela que oía discos dedicados de Radio Juventud mientras repasaba la suya desde un sillón. O quizá oyendo el fútbol que mi padre ponía en el coche en aquellos domingos de caravanas y gol en La Condomina. Mi abuelo también influyó: gustaba de pegar la oreja al parte y lanzar comentarios al transistor en una especie adelantada de Vistalegre doméstico. Luego vinieron los albores de la radio interactiva, vía concursos telefónicos con Diego Gómez y Muebles Davó, o con Jacinto Muriel en Antena 3. Hasta gané un lote de leche en tetrabrick, algo tan moderno entonces como hoy la radio digital noruega.

Y como en el amor, los radioyentes también cambiamos con la edad: dime la que tienes y te diré qué cadena escuchas. Empezamos con el pop enérgico y el biberón de las radiofórmulas, al ritmo de Arquimbau, y acabamos, entre trajines crecientes, en tertulias serias y cadenas todonoticias, a veces todotostones. Por detrás quedan horas y un listado inacabable de voces irrepetibles. Hace días nos dejó una, la de José Luis Pérez de Arteaga, ligado a la música clásica y a Radio Nacional. Cuando escuchabas Los 40 jamás pensaste que con el tiempo echarías de menos no solo a Luqui, que también, sino hasta esta otra voz sabia y pedagógica que logró acercarte al mundo de la fonografía. Hoy por suerte recuperable hasta en una 'tablet'. Un amor la radio, ya les digo.

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