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Un cine con mil caras
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Un cine con mil caras

Txema Martín

Sábado, 28 de enero 2017, 10:19

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Hace un par de años, Javier Paisano, presidente de la Asociación de Escritores Cinematográficos de Andalucía (Asecan), comentó en la ceremonia de entrega de los premios al cine andaluz, el equivalente a los premios Goya en Andalucía, que la industria cinematográfica estaba viviendo un relevo de sus protagonistas cada vez más notable. Ahora podemos decir que el camino hacia un nuevo cine español ya está emprendido y que la renovación es un hecho, tal y como ilustra el nutrido plantel de largometrajes españoles que han sido bendecidos no ya por la crítica o por el público sino, de una manera cada vez más habitual, por ambos sectores. Tal y como ocurre en otras artes, hay una parte importante de ese tirón que está impulsado por la fuerza de nuestra comunidad autónoma. La Junta, aunque sea de una forma tímida y demasiado concentrada, apoya la producción de una manera bastante más explícita de lo que hace el Gobierno central, que lleva cuatro años recaudando más dinero del que invierte e ignorando aquel proyecto de una nueva ley de financiación, en plena parálisis. En definitiva, pasando olímpicamente de toda la industria audiovisual en su conjunto, que sobrevive gracias al mercado de las televisiones y al atrevimiento de algunas productoras. Las escandalosas declaraciones de Mariano Rajoy afirmando que no ha visto ni una sola película española en el último año es una pequeña muestra del profundo malestar que provoca la industria cinematográfica a los miembros del Gobierno.

Los 'Goya' de Andalucía

Asecan celebra hoy sábado la ceremonia de entrega de premios a lo mejor del cine andaluz de 2016. Con diez nominaciones, parte como favorita la última cinta de Alberto Rodríguez, 'El hombre de las mil caras', que pese a haberse estrenado en septiembre y estar disponible en DVD continúa de forma heroica en algunas carteleras. A ella le siguen películas de producción cien por cien andaluza como 'La isla del viento' de Manuel Menchón o 'Toro' de Kike Maíllo, con gran parte de su metraje rodado además en la Costa del Sol, así como otras cintas que, sin contar con producción cien por cien andaluza, sí tienen en su equipo técnico o artístico mano de obra regional. Es el caso de 'Kiki, el amor se hace' de Paco León, o 'Tarde para la ira' de Raúl Arévalo, que le ha valido al actor malagueño Antonio de la Torre una nominación a Mejor actor. Un premio que, muy probablemente, irá para él.

En realidad el cine andaluz no existe como género, pero va tomando forma como una industria independiente. En la cada vez mayor cosecha andaluza hay muchas películas que cuentan con una producción más humilde o que, por su propia naturaleza, habría que situar en los benditos márgenes de la industria. Es el caso de 'La Novia' de Paula Ortiz, adaptación libérrima de 'Las bodas de sangre', y del regreso del prolífico Gonzalo García Pelayo con el significativo título 'Todo es de color'. Y es que el flamenco está muy bien representado en esta edición de los premios Asecan gracias a películas como 'No, un cuento flamenco', una especie de ópera coral dirigida por José Luis Tirado, o como 'Omega', el excelente registro documental sobre el disco fundacional de Enrique Morente y Lagartija Nick que codirigen José Sánchez-Montes y Gervasio Iglesias, uno de esos productores clave en la industria.

No todo serán sorpresas en la gala de entrega de premios. Asecan concederá su Premio de Honor al cineasta gaditano Julio Diamante, y también premiará los veinte años de trayectoria del Festival de Málaga. Cine en Español, por lo que su director, Juan Antonio Vigar, acudirá junto a sus colaboradores más cercanos al Lope de Vega desde Málaga para recoger dicho galardón. Del mismo modo, otro malagueño, el histórico exhibidor y productor Francisco Gómez Reyes, recibirá el Premio Industria-Aedava. En definitiva, los premios Asecan son el termómetro más exacto para medir el estado actual de nuestra cinematografía. Esta temporada nos ha vuelto a deparar grandes rentabilidades con cintas que conforman auténticas vías de contagio de buen cine de nuestro país. Y, afortunadamente, estas bondades ya no son la excepción, sino la regla.

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