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Una ciudad para vivir y convivir

Una ciudad para vivir y convivir

Málaga, como ocurrió en el siglo XIX, se ha caracterizado en el último cuarto de siglo por su vocación cosmopolita, abierta y ambiciosa, que le ha permitido reconfigurar no sólo la fisonomía de la capital, sino de toda la provincia

Manuel Castillo

Sábado, 24 de diciembre 2016, 01:53

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El trabajo que José Vicente Astorga firma sobre la transformación de Málaga desde 1994 es una extraordinaria oportunidad para analizar y contextualizar las fortalezas y debilidades de una ciudad que mira al futuro con la certeza de enormes posibilidades pero también de amenazas que pueden condicionar su crecimiento y, sobre todo, el estilo de vida de los residentes y visitantes. La reciente apertura del Museo de Málaga en el Palacio de la Aduana ha provocado cierta sensación de culminación del proyecto de ciudad cultural y por ello es el momento de detenerse a reflexionar.

Málaga, como ocurrió en el siglo XIX, se ha caracterizado en el último cuarto de siglo por su vocación cosmopolita, abierta y ambiciosa, que le ha permitido reconfigurar no sólo la fisonomía de la capital, sino de toda la provincia. Hay que considerar una conquista colectiva la importante red de infraestructuras, escenificadas en las conexiones por carretera, la línea de alta velocidad, el aeropuerto internacional y el puerto. Málaga, en general, siempre ha sido una sociedad sin miedo al cambio y poco dada a mirarse al ombligo. Quizá una de sus mayores ventajas ha sido mirar fuera, observar lo mejor de otros entornos urbanos e intentar adaptarlos a nuestro estilo de vida.

Es fundamental que Málaga no pierda ese sentido innovador y conquistador y que se aleje de la endogamia que tanto ha perjudicado a otras ciudades hasta condenarlas a cierta parálisis y estancamiento en un bucle melancólico. Esta ciudad y su provincia necesita aún de un impulso continuo para completar su dotación de infraestructuras la integración en la ciudad del río Guadalmedina, el tren del litoral y el saneamiento integral de la costa, como grandes prioridades- y, especialmente, para adaptarse a las nuevas necesidades y retos como ciudad cultural, tecnológica y turística.

La admiración que Málaga despierta en el resto de España ha originado cierta percepción de que «Málaga ya tiene bastante», como ha llegado a comentar algún miembro del nuevo Gobierno en círculos privados. Hoy, más que nunca, es preciso un frente común, con el apoyo y respaldo de todos los grupos políticos, para que Málaga no deje de crecer y, sobre todo, consiga la inversiones y proyectos necesarios para seguir dando pasos hacia la ciudad soñada, hacia una ciudad para vivir y convivir.

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