Borrar
repaso general

La generosidad y el alcalde

Javier Recio

Domingo, 18 de diciembre 2016, 10:06

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Difícilmente alguien se habrá sorprendido al saber que De la Torre no será el candidato del PP en el año 2019. Ni siquiera él, que como suele ocurrir en estos casos era la persona que más creía en sus posibilidades en los próximos comicios. Lo que sí ha llamado la atención es que lo haya dicho ya, con casi dos años y medio de antelación. No se sabe muy bien si ha sido su esposa la que ha provocado el asunto por sus declaraciones. Rosa Francia es una mujer que siempre dice lo que piensa, aunque en este caso quizá tendría que haber pensado antes lo que dijo si no quería meter a su marido en la tesitura de tener que despejar una de las dos grandes incógnitas de legislatura: que no iba a continuar. La segunda es saber si agotará la legislatura. El alcalde de Málaga siempre ha mantenido que cumpliría sus cuatro años de mandato. El regidor está legitimado para apurar hasta el último día de su mandato, faltaría más, pues para eso los ciudadanos le dieron la confianza para los cuatro años. Pero ya se sabe que en política puede pasar de todo. El propio De la Torre lo conoce, pues no debe olvidarse que accedió al sillón principal de la Casona tras la marcha de Celia Villalobos como ministra de Sanidad con Aznar. Esto le favoreció en las siguientes elecciones, en las que consiguió la mayoría absoluta, sin duda ganada por su buena gestión municipal. No basta con tener la vara de mando, sino ejercer bien el poder. El primer edil puede tener ahora un gesto de generosidad con el compañero de partido que le va a suceder, que aunque no se dice de una manera oficial nadie pone en cuestión que será Elías Bendodo, el actual presidente de la Diputación. Siempre se le ha reprochado al alcalde que no ha sido un hombre especialmente vinculado a la disciplina del partido, por lo que ahora tiene una oportunidad para hacerle un favor a los populares. Le daría sin duda una generosa ventaja sobre sus contrincantes. De la Torre ha sido sin duda el mejor alcalde que ha tenido Málaga, pues la transformación de la capital ha sido espectacular. Ha conseguido llevar a la práctica con éxito los planteamientos del Plan Estratégico de Málaga. Pero hace falta una nueva apuesta. Y no parece muy lógico que un alcalde que ya tiene fecha de caducidad sea quien coloque los cimientos de la nueva ciudad, pese a que (reitero) tenga todo el derecho del mundo a quedarse hasta el último día. Por eso es De la Torre quien debe tener la última palabra para decidir si cede el paso a Bendodo, sin que nadie en el partido le presione. El primer edil debe sopesar si su retirada antes de 2019 es beneficiosa sobre todo para la ciudad, que ya ha empezado a verlo como el alcalde que se va. Esa es la gran reflexión que debe hacer, si efectivamente sigue siendo un activo para la capital o si por el contrario su posición de regidor en la parrilla de salida puede restarle fuerza. Pese a que esta semana cumple 74 años, De la Torre es un hombre que sigue estando bien físicamente, por lo que quizá podría ocupar otro puesto que pudiera la guinda a su carrera política. Su partido también podría tener un gesto de generosidad para premiarle con algún destino premium. Pero sin presiones, por respeto a sus años de gobierno y a los votos de los ciudadanos.

Dimisión de Luciano Alonso

Quien sí se ha visto obligado a dimitir es Luciano Alonso, que ya ha anunciado que dejará su escaño en el Parlamento de Andalucía este jueves tras decretarse el auto de apertura de juicio oral que lo sentará en el banquillo acusado de un presunto delito de prevaricación. Alonso está envuelto en este caso porque cuando era consejero nombró a Luis Guerrero como director del Centro Andaluz del Flamenco pese a que este miembro de la ejecutiva provincial socialista malagueña trabajó en otra área de la Consejería de Cultura. El malagueño emitió un comunicado anunciando su dimisión y del mismo se podía colegir una clara sensación de amargura dirigida contra las normas de su partido. Alonso apuntaba: En este caso ni se trata propiamente de un juicio por corrupción, ni cabe hablar de empleados fantasmas, ni ha habido beneficio o lucro por parte de nadie. Entonces cabría preguntarse por qué dimite. Y es ahí donde se denota su resquemor contra el código ético del PSOE, que obliga a dejar el puesto cuando se decreta el auto de apertura de juicio oral. Alonso ha sido una víctima más de la psicosis que hay en los partidos contra la corrupción, ya que no se espera a que haya una sentencia firme.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios