En este ambiente adverso siguen existiendo héroes y heroínas que siguen trabajando sin horario con el único estimulo que el producido por la generación de conocimiento
FRANCISCO J. TINAHONES / MÉDICO E INVESTIGADOR
Sábado, 10 de diciembre 2016, 08:44
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Empiezo una nueva etapa de colaboración con este periódico y la verdad es que el primer artículo es el más difícil. El primer tema no podría ser otro que la investigación biomédica en Málaga, no en vano llevo más de 20 años siendo investigador y más de 10 liderando un grupo de investigación de Endocrinología.
Hace un días este periódico resaltaba en un articulo que el Instituto de Investigación Biosanitaria de Málaga (IBIMA) tenía la segunda mejor producción científica de los Institutos de Andalucía. IBIMA y por tanto toda la red sanitaria pública de Málaga y la Universidad de Málaga produce artículos científicos en revistas biomédicas que superan los 1.600 puntos de índice de impacto, esa cantidad para los no conocedores de estos índices es muy considerable y puede compararse con otros centros nacionales e internacionales sin ruborizarse; y no solo eso IBIMA se encuentra dentro de los centros a nivel nacional donde se prueban en forma de ensayos clínicos los fármacos más novedosos y además IBIMA genera innovaciones que son patentadas y pueden tener un retorno económico para la instituciones; también merece la pena destacar que los diferentes grupos que componen IBIMA han conseguido en convocatorias de personal un número considerable de contratos específicos para realizar investigación (médicos, biólogos, farmacéuticos etc...)
Pero el lector no conocedor de lo que representa la investigación biomédica podría plantearse. ¡con la que esta cayendo, vamos a dejarnos de investigaciones en los hospitales y que se dediquen a ver bien a los enfermos! Esa duda se puede aclarar con una frase que aparece en uno de los laboratorios de IBIMA: «Un hospital no investiga porque es bueno, es bueno porque investiga». El hospital que investiga crea en el entorno una cultura que hace que se cuestione constantemente si lo que estamos haciendo es lo mejor que podemos hacer en este momento y por tanto que se incluyan con rapidez la novedades y mejores practicas clínicas y esto redunda directamente en la calidad asistencial que reciben los ciudadanos. Este última afirmación es una ley universal y vemos fuera de nuestro entorno que los hospitales de Europa o EEUU que aparecen siempre en los ranking como los hospitales donde la calidad asistencial es más elevada también es muy elevada la producción científica de los mismos y por tanto la investigación clínica que se realiza en ellos.
Algunos de mis compañeros clínicos de cualquier parte del país que estén leyendo este artículo también podrán decir: «si dedicando todo mi tiempo a la asistencia no doy casi abasto como me voy a dedicar a la investigación» , llevan razón. Es difícil que en las grandes organizaciones sanitarias, que su objetivo fundamental es mantener o devolver la salud a los ciudadanos, no vean investigar como un objetivo secundario. Algunas cosas se están haciendo para cambiar esta concepción, entre ellas la creación de IBIMA o por ejemplo las ayudas que da la Consejería de Salud y el Fondo de Investigación Sanitaria para intensificar a los profesionales para investigar (médicos con proyectos de investigación se les libera la mitad de la jornada contratando a otra persona para que pueda desarrollar su proyecto), esta última aproximación es la única que puede hacer viable que sigamos en la liga de hospitales investigadores. No se puede pedir a un profesional que está 7 horas al día viendo a pacientes que luego dedique su tiempo libre a investigar, esto no pasa en ninguno de la centros sanitarios de excelencia donde debemos mirarnos, en los cuales si un profesional desarrolla un proyecto de investigación que puede generar un nuevo tratamiento, una mejora diagnóstica o una patente, es reconocida su actividad como necesaria para la organización y se realiza dentro de su horario laboral. Hay que profesionalizar la investigación sin duda y debe ser tan reconocido el médico que dedica su horario laboral a diagnosticar y tratar a sus pacientes como aquel que dedica su horario laboral a buscar con estudios de investigación encontrar nuevas herramientas diagnosticas y terapéuticas para los pacientes. Además tenemos que incrementar la motivación de los profesionales para hacer investigación clínica y en este momento tenemos pocos alicientes para que se dediquen a esta tarea ya que investigar le sirve poco para mejorar su carrera profesional, por ejemplo en este momento los puntos que se consiguen para optar a una plaza en el sistema público de salud por un artículo científico en la revista médica más prestigiosa del mundo son casi los mismos que los que se consiguen con algunas decenas de horas de un curso de formación, y el trabajo que conlleva publicar en esa revista no se cuenta en decenas de horas sino en años.
Pero como soy un optimista nato quiero acabar este artículo resaltando que en este ambiente adverso siguen existiendo héroes y heroínas que siguen trabajando sin horario con el único estimulo que el producido por la generación de conocimiento. La cara de felicidad que veo en los investigadores del equipo cuando un experimento ha sido exitoso o se ha conseguido publicar un resultado en una prestigiosa revista es difícil de describir y es más motivacional que el dinero o el horario, pero sin duda solo con ese voluntarismo no será suficiente, pero a pesar de estas dificultades creo sinceramente en un futuro mejor que lograremos entre todos.
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