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Nadando entre plásticos
LA TRIBUNA

Nadando entre plásticos

En España, cada uno de nosotros, se lleva, cada año, la friolera de 190 bolsas de plástico de usar y tirar. Nuestro planeta ya está saturado, no puede digerir ese volumen de desperdicios

ISIDRO PRAT

Sábado, 3 de diciembre 2016, 10:54

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Desenvuelvo un par de hamburguesas. Quito primero el plástico del envasado al vacío, después el envoltorio, también de plástico, que lleva cada una de ellas. Tiro todo ese embalaje al cubo de reciclado. Está a rebosar a pesar de ser el depósito más grande. Logro hacerles un hueco apartando una botella de agua, un brick de leche desnatada, otro de avena, varios zumos de piña, dos latas de tónica, un yogur desnatado y algunos envoltorios de distintos tamaños, formas y colores. Lo cierto es que el cargamento de plástico que manejamos en casa es cada vez mayor. Estamos en plena 'Edad del plástico'. Es, de lejos, el material más utilizado en nuestro planeta. En su mayor parte producido por una industria que consume mucha energía y emite gran cantidad de gases contaminantes. Una aportación más al efecto invernadero y al cambio climático.

Los plásticos son ligeros, moldeables, extremadamente duraderos y, además, baratos, muy baratos. Con esa tarjeta de presentación, no es de extrañar que hayan entrado, a saco, en nuestras vidas, en forma de PVC, metacrilato o poliuretano. Con ellos fabricamos tuberías, muebles, envases, invernaderos, neumáticos y una larguísima lista de productos de toda índole. Casi todo lo que adquirimos tiene una proporción muy alta de plástico, viene envasado en plástico, embalado en plástico o todo a la vez. Los utilizamos cada vez más y nos deshacemos de ellos fácilmente porque su precio puede llegar a ser ridículo, casi insignificante. Estamos rodeados de plástico miremos donde miremos. El problema es que sus grandes ventajas se tornan en graves y peligrosos inconvenientes. Es un producto tan duradero que no hay forma de deshacernos de él. Dejado a su suerte, se irá troceando sin llegar a destruirse por completo. Las porciones, cada vez más pequeñas, se seguirán acumulando durante muchos años sin llegar a destruirse por completo.

En España, cada uno de nosotros, se lleva, cada año, la friolera de 190 bolsas de plástico de usar y tirar. Nuestro planeta ya está saturado, no puede digerir ese volumen de desperdicios y la contaminación, por doquier, es un hecho palpable. Tanto es así, que el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, considera que los plásticos ya forman parte de nuestro ecosistema.

Los animales que más sufren esa contaminación son las aves marinas, las ballenas, las focas y las tortugas, porque tragan los plásticos confundiéndolos con medusas o se enredan en ellos. Algunos albatros, acaban muriendo de hambre con un amasijo en el estómago que impide que digieran el alimento. El hecho es que, anualmente, echamos al mar 8 millones de toneladas de plástico que se convertirán en 5 billones de pequeños fragmentos. Se calcula que en 2050 habrá más plásticos que peces en el océano. Bueno, eso si queda alguna especie marina, dado que el plancton ya se está afectando por esa causa. La cuestión es que la cadena alimenticia sigue su propio periplo hasta llegar a nuestra mesa y a nuestro estómago. El Instituto Español de Oceanografía ha encontrado restos de plástico en los estómagos de merluzas y pintarrojas de nuestras costas. Un asco y un problema de salud pública a la vista.

China es el principal productor de plásticos del mundo y, de largo, el país que más contamina. Según la revista 'Science', ellos solitos vierten al mar 5,3 millones de toneladas, y parece que no tienen demasiado interés en reducir sus residuos ni en contaminar menos.

Reino Unido, Dinamarca y Canadá han prohibido que los cosméticos exfoliantes, dentífricos y geles de ducha contengan microperlas de plástico. Esas diminutas bolitas pasan todos los filtros y van directamente al mar por los desagües. Francia va a suspender la venta de vajillas y cuberterías de un solo uso. De sus estanterías desaparecerán platos, vasos, cucharas y tenedores de usar y tirar. Nuestro vecino del norte, también ha activado el programa Eco-Emballages para disminuir el descomunal número de envoltorios no biodegradables que circulan por el país galo. Alemania, está comprometida en reducir los materiales plásticos del potente sector del automóvil en un 50%. El Parlamento Europeo ha aprobado normativas para eliminar las bolsas finas, más difíciles de reutilizar, y sustituirlas por otras más gruesas y resistentes que sirvan para varios viajes. Bienvenidas todas esas iniciativas pero se quedan cortas a todas luces.

Hemos instaurado el 17 de mayo como Día Mundial del Reciclaje con el lema 'todo puede tener otra vida'. Perfecto para concienciar al personal, pero, en la actualidad, sólo conseguimos transformar ese plástico en otros objetos, también de plástico, que tampoco se destruirán fácilmente. El reciclaje no es, en absoluto, una buena solución porque seguimos engordando la bola e incentivando su consumo.

Hacen falta decisiones contundentes que corten el actual despropósito. Europa debe legislar incorporando medidas de impacto que incidan directamente en la industria productora de plástico. Debemos restringir en origen. Está claro que si los plásticos no se pueden eliminar es mejor no producirlos. Exijamos su desaparición definitiva de tiendas, supermercados y grandes superficies y que se sustituya por material reciclado biodegradable. Neguémonos a adquirir productos que sean de plástico, contengan plástico, vengan envasados en plástico o envueltos en plástico. Comprometámonos a ir a la tienda de la esquina o a los mercados municipales con el carrito de la compra o con nuestra cesta de tela, como antaño. No es suficiente estar concienciados del problema, urge actuar sobre plástico, el material más contaminante del planeta. Pongámonos manos a la obra. El ecosistema y nuestra conciencia nos lo agradecerán.

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