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CITA EN EL SUR

Rip, rip, hurra

Pablo Aranda

Sábado, 12 de noviembre 2016, 10:28

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De los cincuenta aspirantes a peón sepulturero en Ronda, quince han superado el examen teórico. Un examen tétrico teórico. Ronda es una ciudad literaria, por allí no sólo pasó Rilke sino que de ella salió Manolo, el Pijoaparte, protagonista de 'Últimas tardes con Teresa', el novelón de Marsé, quien eligió Coín como cuna de uno de los personajes de otro novelón suyo, 'Rabos de lagartija'. A Ronda la llevo casi en el apellido, aunque de Coín ('moneda' en inglés) llevo poco. El Pijoaparte de Marsé se 'marsó' de Ronda, pero a su velero no le llamó libertad, como en la canción de Perales, a quien alguna vez habrá entrevistado Olmo, al que no vayas a pedirle peras. ¿Qué preguntarán en un examen para ser sepulturero? Es una profesión literaria, aunque no tanto como Ronda. Del oscuro oficio se ocupó Shakespeare, en un fantástico inglés que se entiende divinamente en español. El español de Cervantes es casi el nuestro, pero el inglés de Shakespeare, quien seguramente leyó el Quijote, no tiene nada que ver con el de las últimas tardes de Theresa May, primera ministra de Reino Unido, cuyo apellido -que significa «puede que»- llena todo de incertidumbre. León Felipe, otro grande, también se ocupó del sepulturero, y una de las novelas más conocidas de Joyce Carol Oates, mi admirada autora estadounidense, se llama 'La hija del sepulturero'.

Nadie debería incluir en su currículum el no haber superado el examen teórico para sepulturero. No digo que esté chupado, pero queda mal esa información negativa. Lo que está claro es que se ha realizado un proceso de selección, en un lugar donde al final de sus días coincidirán todos de nuevo. En el Ayuntamiento de Málaga no siempre está todo tan claro, pues se levanta una lápida y aparecen puñados de falsos autónomos. A los catorce del OMAU hay que sumar veinte más, y todavía hay quien teme que pueda multiplicarse por cuatro ese número. Eduardo Zorrilla ha solicitado en varias ocasiones un listado de todos los contratados, pero no llega la lista, como si fuéramos tontos, que lo somos. Unos más tontos que otros, claro. Por poner un ejemplo mayor, cuando la Policía Local sorprende a un menor que se lo ha bebido todo, escribe una carta a mamá y papá, en la que facilitan un teléfono para informar todavía más. Sólo un diez por ciento de los progenitores llama, y algunos de ellos para quejarse. Beber es divertidísimo, sólo hay que mirar la afición que tienen los menores y también sus mayores, nosotros, y todo lo que puede pasarte por beber también es muy divertido. Pero si en mi grupo beben qué puedo hacer yo. Decir nanay de la China, claro, pero qué difícil. Antes de tener hijos bilingües deberíamos preocuparnos porque supieran usar contundentemente la palabra no, y no sólo cuando les ponemos lentejas, que quien quiere las come y quien no, también. Para ser padre o madre no hay ningún examen teórico, a no ser que seas padre adoptivo, y así nos va. A algunos les lleva a la tumba, donde serán recibidos por el señor sepulturero, que superó un largo proceso de selección.

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