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El animal mayor

FRANCISCO APAOLAZA

Jueves, 10 de noviembre 2016, 09:37

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En la cabina de la 'Surprise' de Patrick O'Brian, una noche de calma vino en la que los oficiales cenaban puding de perro moteado, Jack Aubrey 'El Afortunado' le preguntó al médico del navío Stephen Maturin que qué animal elegiría entre un gusano del pan y un escarabajo de la galleta. Maturin no supo qué responder y su amigo le aclaró que, sin duda, escogería el gusano del pan, puesto que en la Armada siempre había que elegir «el ani-mal menor». EE UU ha elegido el animal mayor.

Anda por el mundo un catálogo de perplejos interrogándose sobre qué ha podido suceder para que Donald Trump sea presidente. Se lo preguntan con la intensidad con la que alguien se cuestiona sobre por qué lo ha dejado una mujer. No hay una respuesta unívoca. Quizás se haya agotado el modelo de lo razonable, o puede que la opción demócrata fuera un cadáver político antes mismo de nacer. Tal vez sea el terror a lo distinto y el cansancio ante esa amenaza constante y difusa que se ha usado para cementar las tapias del sistema. Quizás se pasaron de meter miedo o hayamos repetido demasiadas veces el mantra populista de que son todos iguales y de que en realidad todo esto es muy sencillo.

Primero fue el 'Brexit' y ahora Trump, del que es difícil decir quién es su mujer y quién su hija, hace cima sobre el Himalaya de sus propias heces. Habrá que ver si en el país de los lobbys consigue poner en pie alguna de las políticas imposibles que prometió. Una cosa es echarle una flor a Vladimir Putin y otra, meter un submarino nuclear ruso en la bahía de Cheesapeeke. Gobernar es más complejo que decir y aplicar el programa republicano -o su ausencia, en este caso- en un país relativamente serio es más difícil que hacer un trompo con un transatlántico. Más preocupante que las consecuencias reales de la presidencia de Trump son sus propias causas. La elección de la madrugada se parece demasiado a validar el odio, la discriminación, el matoneo, el racismo y la ignorancia. Hay que concentrarse mucho en que los países no votan mal, sino que sencillamente votan, para no ver en la victoria de Trump el ocaso definitivo de los valores de Occidente. O quizás, sencillamente, alguien haya comenzado a pensar que sería divertido ver cómo finalmente nos vamos todos al carajo. Todas las peleas comienzan eligiendo el animal mayor.

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