Borrar
LA CIUDAD INVISIBLE

SEMANA DE LA ARQUITECTURA

ARTURO REQUE

Lunes, 10 de octubre 2016, 10:03

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

LA mayoría de ustedes no lo sabrán pero el pasado 3 de octubre se celebró el Día Mundial de la Arquitectura bajo el lema «Diseñar un mundo mejor» con el objetivo de promover una visión de la arquitectura orientada prioritariamente hacia el bienestar de las personas, individual y colectivamente.

La Arquitectura se considera dentro de las artes mayores (aquellas que no precisan de entrar en contacto físico con el objeto artístico, es decir, las que se perciben con la vista y el oído). Según el tratado más antiguo que se conserva sobre la materia - «De Architectura», Vitruvio, siglo I ac-, la arquitectura descansa en tres principios: la Belleza (Venustas), la Firmeza (Firmitas) y la Utilidad (Utilitas), se puede definir como un equilibrio entre estos tres elementos, sin sobrepasar ninguno a los otros. En esa época el arquitecto era un humanista que dominaba todas las artes.

Pero la arquitectura contemporánea surge realmente de las necesidades planteadas por la creciente expansión de las ciudades que trajo consigo la Revolución Industrial. Contribuyó a cambiar el aspecto de las ciudades y del campo con sus estaciones, puentes y viaductos, que se acabaron convirtiendo en un elemento más del paisaje. Fueron este tipo de construcciones, esencialmente prácticas, las primeras que adoptaron los nuevos materiales, el hierro y el cristal que, con sus infinitas posibilidades, revolucionaron la arquitectura posterior.

Desligados del compromiso del pasado, los arquitectos actuales manejamos los volúmenes y los espacios con criterios absolutamente distintos, producto de los nuevos materiales y de las nuevas necesidades. Actualmente se trata de reforzar más la función social (y empresarial) del arquitecto que su capacidad artística.

También se ha dicho que la arquitectura es la expresión material de cómo piensa, siente y se manifiesta una sociedad en una época y en un lugar determinados. En Marbella esto queda muy bien reflejado en lo que son nuestras señas de identidad contemporánea, para bien o para mal, ya que hemos tenido de todo. Nuestro crecimiento, desde la popularización del turismo, siempre ha sido de expansión, esto es, ocupando gran parte del territorio, generando diferentes núcleos de población -sin contar con las históricas connotaciones de San Pedro Alcántara-, y ahí tenemos Puerto Banús, Nueva Andalucía y Las Chapas. Llegaron también los hoteles y la construcción en altura pero Marbella no cedió y logró mantener un control. Aún así hay ejemplos relevantes que son de gran interés como el Skol, el Don Carlos (antes Hilton) o el Don Pepe entre otros. Paralelamente aumentaba la población y la ciudad también se ensanchó con barrios populares que acogían a la clase trabajadora y que fueron levantados sobre la base de la arquitectura social del momento: Divina Pastora, Puya, Miraflores, etc.

Marbella y sus contrastes sociales es algo que queda marcado en nuestra arquitectura y que se fue acentuando con el tiempo, especialmente durante la etapa gilista y el boom inmobiliario. Se colmataron los huecos de gran parte del territorio con campos de golf y urbanizaciones, incluso en la misma falda de la montaña donde antes lucían hermosos pinares. Aún así Marbella sigue manteniendo un manto verde que debe su suerte a arquitectos como Melvin Villarroel y su arquitectura del vacío donde era primordial la vegetación frente a la edificación, adelantándose a los actuales conceptos de sostenibilidad y construcción pasiva. Esperemos que los nuevos proyectos que están empezando a moverse en Marbella mantengan este espíritu. No podemos olvidarnos del Venustas, Firmitas y Utilitas.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios