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Los que se quedaron

JOSÉ ANDRÉS TORRES MORA

Domingo, 9 de octubre 2016, 10:51

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Pablo Iglesias Posse, el fundador el PSOE, tuvo que ver al final de su vida cómo prácticamente la mitad del partido se escindió como consecuencia del triunfo de los comunistas en Rusia. El PSOE que impulsó la democracia, las libertades políticas y civiles, y los derechos sociales, es el heredero de los que se quedaron en aquella ocasión.

En 39 años de militancia, las crisis que me han tocado vivir como socialista han sido más modestas. En la primera tenía 18 años, una mañana de mayo de 1978 leí en el periódico que Felipe González había dicho en Barcelona que el PSOE debía abandonar el marxismo. Me agarré un cabreo sordo que me duró bastantes meses, hasta que leí a fondo a los marxistas estructuralistas y el enfado se me pasó de golpe, de hecho, después de leerlos, ya no entendía por qué me había enfadado.

Una década después, gracias a mi venerado Ludolfo Paramio, maestro, jefe y amigo, empecé a leer a los marxistas analíticos que me resultaron mucho más útiles y con los que tengo una deuda importante, aunque más científica que política. En todo caso, el PSOE abandonó el marxismo, pero nadie o casi nadie abandonó el PSOE, lo que vino muy bien para que en la década siguiente los gobiernos socialistas dieran un gran impulso al Estado del Bienestar en nuestro país. Por cierto, en aquellas mismas fechas el PCE abandonó el leninismo sin que casi nadie lo notara.

Otra crisis memorable es la que tuvo que ver con el asunto de la OTAN. Una noche de otoño de 1981, mientras varios compañeros pegábamos carteles, la policía se acercó a nosotros para preguntarnos qué hacíamos. Les enseñamos los carteles y me empeñé en explicarles aquello de 'OTAN de entrada no'. Cinco años después, en 1986, mientras votaba 'Sí' en el referéndum de la OTAN, me acordaba de aquellos pobres policías a los que les di la chapa aquella noche. En todo caso, y a pesar del enfado que teníamos muchos socialistas, lo cierto es que nos quedamos en el PSOE. El cambio de opinión sobre la OTAN sirvió, entre otras cosas, para revitalizar a una parte de los comunistas. Después de treinta años de reproches y romerías a las bases de Torrejón y de Rota, los herederos de aquellos comunistas, actualmente en Podemos, han cambiado de opinión sobre la OTAN sin que se les hayan caído los anillos ni se hayan concentrado dos o tres centenares de periodistas y curiosos en la puerta de su sede para ayudarles a conservar su pureza.

Los socialistas que nos quedamos en el PSOE en 1986, cuando el referéndum de la OTAN, fuimos también los que sacamos a nuestro país de la guerra de Irak en 2004. El sábado por la noche, a raíz de los acontecimientos relacionados con la celebración, por llamarla de algún modo, del Comité Federal, pude comprobar el grado de tristeza y decepción de muchos jóvenes, y no tan jóvenes, compañeros y compañeras. De modo que puse un tuit que decía: «El PSOE, del que tantas veces nos hemos sentido orgullosos, se lo debemos a los socialistas que, en los días difíciles, se quedaron». Nada más que declarar, señoría.

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