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Ninis en funciones

Alberto Gómez

Miércoles, 7 de septiembre 2016, 08:33

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La tediosa campaña electoral en la que vivimos instalados desde hace más de un año genera ya más nostalgia que otra cosa, como si los cuatro jinetes de nuestro peculiar apocalipsis gubernamental hubieran convertido el Congreso en un especial interminable de 'Qué tiempo tan feliz', una posibilidad que TVE aún no debería descartar como alternativa a su programa musical de Nochebuena. Rajoy impidió la investidura de Sánchez, quien a su vez ha bloqueado la investidura de Rajoy. Si jugáramos a encontrar siete diferencias seguro que perderíamos. Tampoco Rivera e Iglesias se pueden ver. Esta batalla cansa al más estoico de los politólogos, y eso que tanto discurso nos está doctorando en este arte de hablar mucho, decir poco y gestionar menos. Hay quienes echamos en falta alguna referencia a la cultura o a la violencia machista por parte de nuestros representantes en funciones, que van camino de convertirse en todo un ejemplo para los ninis; ni gobiernan ni dejan gobernar, aunque tampoco pagan las consecuencias.

El desempleo juvenil, que a nivel nacional roza el cincuenta por ciento entre los menores de 25 años y que en Andalucía resulta más dramático si cabe, es otro de los asuntos que han pasado de soslayo en los discursos del Congreso. SUR.es ha publicado en los últimos meses decenas de entrevistas a jóvenes malagueños con el objetivo de obtener una radiografía de esta generación en ciernes. Los 'millennials', como se conoce a los nacidos entre los ochenta y los noventa, vivirán peor que sus padres, lo que supone un fracaso colectivo en toda regla. Aunque cualquier descripción generalizada cojea necesariamente, porque a los 'millennials' también pertenecen los vándalos que la semana pasada pintarrajearon la escultura en honor a Emilio Prados en El Palo o quienes construyen su liderazgo a base de 'bullying', las conclusiones apuntan hacia una generación repleta de jóvenes formados, solidarios y creativos que no encuentran los cauces necesarios para su desarrollo.

Fátima Báñez llegó a calificar de «movilidad exterior» la emigración juvenil. La frase, que podríamos atribuir a un malentendido si no fuera porque la ministra de Empleo cuenta con antecedentes de peso, como encomendarse a la Virgen del Rocío para salir de la crisis, revela el desdén general de la clase política hacia esta generación, condenada a la precariedad laboral con independencia de su talento. La marcha de estos jóvenes, y la falta de oportunidades entre los que se quedan, conlleva un precio que este país pagará muy caro a largo plazo.

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