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LA ROTONDA

Listas

Héctor Barbotta

Viernes, 5 de agosto 2016, 09:32

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La calle donde se piden los precios más altos de toda España por el alquiler de viviendas está en Marbella. No en la Milla de Oro, donde cabría esperar, ni en algunos de los privilegiados emplazamientos a pie de playa en los que ya no queda suelo para construir, sino en una zona conocida como el Valle del Golf a la que no le cabría adjetivo más adecuado que tranquila. La calle Alcalá, que se así se llama, es una sucesión de villas, mansiones y chalés de lujo que indudablemente tiene sus méritos pero que posiblemente haya aumentado su cotización media por el desorbitado precio que el propietario de uno de esos palacios pide a quienes aspiran a disfrutarlos en temporadas cortas: 138.000 euros mensuales. La tercera y la cuarta zonas con los alquileres más caros de España también están en Marbella. Sólo la barcelonesa avenida Tibidabo se cuela con medalla de plata en el monopolio marbellí de la desproporción. El tercer lugar lo ocupa Sierra Blanca, una urbanización colgada de la montaña de ese nombre que vista in situ impresiona por el tamaño de sus viviendas pero que observada desde abajo, donde se la aprecia como una sucesión de paredes y tejas metida por la fuerza en mitad de la sierra, causa cierta tristeza a cualquiera con un mínimo de sensibilidad ecológica.

La cuarta es Guadalmina, la zona clásica y señorial por excelencia, inasequible a las modas y al jolgorio incluso en los días más álgidos del verano. La aparición periódica de estos informes, como los que sitúan también a Puerto Banús como la zona comercial más cara de España y a la cabeza de todas las listas del lujo, dibujan una Marbella como ciudad ajena a cualquier carencia y en la que todo el mundo disfruta de las mieles del bienestar. Esa imagen viene muy bien como reclamo turístico y es estupenda a la hora de atraer negocio e inversión pero tiene poco que ver con la realidad. Al menos con una visión completa de la realidad.

La semana pasada también desde estas páginas se ofrecía un ranking de localidades según su nivel medio de renta y ahí Marbella sí aparecía en un lugar más acorde a lo que viven sus vecinos. El sexto de la provincia, por debajo de Málaga, Alhaurín de la Torre, Rincón o Benalmádena, a gran distancia de la vecina Benahavís y alejada de cualquier posibilidad de colarse entre las 100 primeras de España. Hacienda es inapelable también para esto. Es verdad que esa lista estaba elaborada con las declaraciones del IRPF y que muchos de los vecinos más afortunados de Marbella no declaran en la ciudad donde residen la mayor parte del año, sino en sus lugares de origen ya sea éste Madrid, Estocolmo, Riad o Londres. Pero también es verdad que la ciudad, pese a los brillos de escaparate, no ha encontrado la manera de que la riqueza de unos repercuta de manera determinante en el bienestar del resto. Y que la falta de equipamientos públicos no hace más que aumentar las dificultades de quienes más los necesitan. Por eso el mapa la sitúa, como lo que es, no entre las ciudades más ricas de España, sino entre las más desiguales e injustas.

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