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LA TRIBUNA

Ni derechos ni humanos

Son más los habitantes del planeta que viven al margen de los derechos humanos y del respeto que los que lo hacen en zonas democráticas

MERCÉ RIVAS

Miércoles, 27 de julio 2016, 10:01

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Resulta escalofriante saber que 46 millones de personas viven bajo esclavitud, un 25% más que en 2014 y que el 58% de los que sufren sumisión forzosa habitan en Asia, según un informe de Walk Free Foundation. Este comportamiento inhumano no sólo ocurre en Bangladesh, China o países africanos sino que en el centro de Europa también convivimos con el drama. En Reino Unido, por ejemplo, hay 11.700 personas en condición de esclavitud y en Holanda unas 17.500. España no es una excepción y así lo ha denunciado la Defensora del Pueblo, Médicos del Mundo o Accem (trabaja con inmigrantes, refugiados y personas en riesgo de exclusión social).

Recientemente hemos sabido que si el mundo sigue como hasta ahora, 69 millones de niños morirán por causas evitables en el año 2030, según el informe anual 'Estado Mundial de la Infancia', en donde Unicef advierte de que, pese a los avances conseguidos, el mundo sigue siendo un lugar muy injusto para millones de niños. Nueve de cada diez de los más pobres viven en el África Subsahariana. Sólo en 2015, se estima que murieron unos 5,9 millones de niños a consecuencia de enfermedades de tratamiento fácil y económico.

Las muertes infantiles se hallan muy concentradas. En 2015, cerca del 80% de estas muertes ocurrieron en Asia meridional y África subsahariana, y casi la mitad fueron en República Democrática del Congo, Etiopía, India, Nigeria y Pakistán.

Las organizaciones humanitarias y Europol han denunciado recientemente que diez mil niños refugiados, procedentes de Siria, Irak y Afganistán han desaparecido al llegar a Europa, y sospechan que están en manos de mafias que trafican con jóvenes. Junto a este dato, el número de niños que no asisten a la escuela aumentó desde 2011 (unos 124 millones) y, en 2030, 750 millones de niñas se habrán casado siendo aún niñas, y 167 millones de niños seguirán viviendo en la pobreza.

Pero las cifras escalofriantes siguen: En 2015, se calcula que murieron 5,9 millones de niños antes de cumplir los 5 años, la mayoría a consecuencia de enfermedades que pueden prevenirse y tratarse de forma fácil y económica. A otros millones de niños más se les sigue negando el acceso a la educación simplemente porque sus progenitores son pobres o porque pertenecen a un grupo estigmatizado, por haber nacido mujeres, o porque crecen en países afectados por conflictos. No debemos olvidar que 124 millones de niños no acceden a la enseñanza primaria o secundaria, y casi dos de cada cinco alumnos que terminan la escuela primaria no han aprendido a leer, escribir o hacer cálculos aritméticos simples.

Si hablamos de conflictos no podemos dejar de mencionar a Siria, país en donde se centran las miradas por la crueldad de la guerra que están viviendo. «Las fuerzas gubernamentales y grupos armados no estatales cometieron con impunidad crímenes de guerra, violaciones del derecho internacional humanitario y abusos contra los derechos humanos en el conflicto armado interno» afirma Amnistía Internacional en su último informe. Y añade: «Las fuerzas del Gobierno efectuaron ataques indiscriminados y directos contra civiles, como bombardeos de zonas residenciales e instalaciones médicas civiles, con bombas de barril o agentes químicos».

En el mismo informe, AI insiste en las torturas llevadas a cabo en las cárceles de Basher El Asad produciendo «miles de muertes bajo custodia debido a torturas». Los otros grupos que pelean en la contienda tampoco se han quedado atrás y están actuando de forma similar, utilizando todos ellos gas cloro y mostaza.

La mayoría de los refugiados buscaron cobijo en los países limítrofes en donde tampoco se respetan los derechos humanos. Turquía, la nueva aliada de la Europa xenófoba, destaca por sus violaciones contantes de derechos. Desde los ataques directos a los medios de comunicación a detenciones arbitrarias, al poder judicial y de forma muy especial a la población kurda.

Los niños refugiados en Turquía, Jordania o Líbano se ven obligados a trabajar para recaudar un salario ínfimo para su familia en lugar de estar en una escuela.

Por todas estas razones más la pobreza, falta de trabajo y de perspectivas de vida, los sirios que huyeron de su país, comenzaron a abandonar Turquía para caminar hacia Europa. Pero el viejo continente ha sufrido también grandes cambios en los últimos años. Donde había solidaridad, fraternidad y respeto absoluto a los derechos humanos en este momento hay una gran euforia de la extrema derecha que rechaza a los refugiados, los insulta, les quita sus pertenencias y los amenaza con expulsarlos de nuevo a Turquía.

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