Turquía e Israel cambian las alianzas en Oriente Medio

Días después de que el gobierno turco relanzara las conversaciones estratégicas con Israel, Daesh atacó en el Aeropuerto Ataturk. Las relaciones entre Tel Aviv y Estambúl han tenido un largo recorrido histórico. Incluso antes de que se estableciera en Ramallah la Autoridad Nacional Palestina con la presencia política de Yasir Arafat, la Confederación de Sindicatos de Turquía mantenía excelente cooperación e intercambios con la central sindical israelí, la Histadrut. Las relaciones de buena vecindad entre Turquía e Israel fueron interrumpidas cuando de las costas turcas zarpó un 'barco por la paz' con destino a la zona de Gaza, bajo bloqueo israelí, que fue ametrallado por la Tsahal judía. El regreso a la normalización de relaciones turco-israelíes, impulsado por Estados Unisdos, cambia sustancialmente las alianzas y la estrategia en Oriente Medio. Tres hechos significativos: las muy deterioradas relaciones entre Turquía y Rusia desde que un avión turco fuera derribado por la aviación rusa; los yacimientos de gas en la costa norte de Israel cuya salida será a través de Turquía (Rusia desconfía de una Turquía miembro de la OTAN que, de facto, abre una puerta estratégica a la presencia de Israel en las guerras mediorientales); y el abastecimiento de agua, fundamental para la seguridad de Israel. No es una casualidad que Daesh, pocas horas después del anuncio diplomático, perpetrara una gran masacre en el aeropuerto Kamal Ataturk.

Tiene razón el presidente Erdogan al declarar tras el sanguinario atentado: «Este atentado podría haber tenido lugar en cualquier lugar del mundo». Lo cierto es que Daesh ha reaccionado de inmediato y esto es lo más inquietante porque demuestra la existencia de 'células durmientes' preparadas para atacar en cualquier momento. Turquía es una pieza clave en la lucha contra el terrorismo yihadista, como lo es Israel por la ocupación de las alturas del Golán sirio, aunque no sea Estado abiertamente beligerante ni presente 'directamente' en la lucha contra el terrorismo yihadista en Siria o en Iraq.

Hay una hipótesis de trabajo cada vez más compartida: a medida que Daesh va perdiendo terreno, tanto en Siria como en Iraq, está intentando incrementar la 'guerra ideológica contra el Occidente cruzado y sus aliados árabes', sobre todo, a través de Internet y de algunos predicadores radicalizados que se encuentran en países musulmanes o, incluso, en Europa. La situación en la que se encuentra sistemáticamente acosado Daesh en Sirio e Iraq va a generar más atentados en países exteriores al Oriente Medio, con la reactivación de «células durmientes adiestradas» (fue el caso, a título de ejemplo entre otros, del atentado contra las Torres Gemelas y el Pentágono) o con la incitación «ideológica» a la acción terroristas de los llamados «lobos solitarios» (como fue el caso del atentado en Boston durante la maratón, también a título de ejemplo entre otros).

Al incrementar la «guerra ideológica», Daesh potenciará la división entre suníes (Daesh lo es y Arabia Saudita también) y chiíes (Irán, por ejemplo) y se apoyará -ya lo hace- con una radicalización extrema del wahabismo, corriente del Islam que predomina en Arabia Saudita y en Paquistán (poseedor de la bomba atómica), ambos países aliados de los Estados Unidos.

Hoy, más que ayer, la alianza mundial contra el terrorismo yihadista debe ser una alta prioridad, al igual que lo debería ser, por encima de cualquier interés cortoplacista de las fuerzas políticas, el «pacto antiterrorista» en España. Lamentablemente esta 'alta prioridad' quedó prácticamente marginada de la reciente campaña electoral, que habría debido abordar seriamente el incremento de los presupuestos del Centro Nacional de Inteligencia, de las Fuerzas Armadas y de los Cuerpos de Seguridad del Estado, con el objetivo inexcusable de la coordinación centralizada de los cuerpos de seguridad de algunas Autonomías de ellos dotadas. Ha sido preciso que el presidente Obama venga a las bases de Morón y Rota para recordar esta alta prioridad.

La inmensa mayoría de los 1.300 millones de musulmanes quiere vivir en paz. Cada vez es más evidente, para que el Oriente Medio se reconstruya por sí mismo, apoyar a las corrientes democráticas que atraviesan transversalmente el mundo árabe e islámico, que preconizan los valores democráticos contra la sharia (derecho coránico de interpretación wahabista) y la separación entre religión y Estado y la revisión profunda de los etnocentrismos. Estamos ante una tarea de largo alcance y de profundo calado para la democracia en el planeta tierra, 'casa común' en peligro, según el lenguaje sencillo y comprensible del papa Francisco.