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LA TRIBUNA

Financiación vs. financiarización

Su planteamiento puede resumirse de forma palmaria: lo que hace falta es recuperar el negocio serio y responsable de gestionar el dinero de otras personas.

JOSÉ M. DOMÍNGUEZ MARTÍNEZ. CATEDRÁTICO DE HACIENDA PÚBLICA DE LA UNIVERSIDAD DE MÁLAGA

Martes, 28 de junio 2016, 09:38

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En la ya lejana época de la 'Gran Moderación', el sistema financiero, impulsado por el uso de productos innovadores, era visto como uno de los ejes imprescindibles para la prosperidad y el desarrollo. El panorama cambiaría radicalmente con el desencadenamiento de la crisis financiera global en 2007-08, y nada podía impedir que el sector se situara en el foco de todas las críticas, como un todo absolutamente indiferenciado. Sin embargo, la obra de John Kay 'Other people's money. Masters of the universe or servants of the people?' (Profile Books, 2015) combina una crítica contundente del subconjunto del sistema financiero al que puede imputarse el declive y un enaltecimiento de las legítimas funciones del mismo al servicio de las necesidades de la sociedad. Sus principales mensajes son los siguientes:

1. La crisis financiera global es producto de la desvirtuación del papel tradicional de las entidades financieras, cuya actividad se ha visto dominada por operaciones de títulos e instrumentos derivados cada vez más alejados de los activos reales de los que, en última instancia, depende el riesgo. Se trata del proceso conocido como 'financiarización'.

2. La mayor parte de los activos y pasivos de algunas entidades financieras son al mismo tiempo pasivos y activos de otras entidades financieras, y las operaciones concomitantes no se realizan, por tanto, para atender las necesidades de la economía real.

3. No ha habido un déficit sino un exceso de regulación en el ámbito del sistema financiero. Sin embargo, la propia regulación ha tenido efectos contraproducentes, ha incorporado una gran complejidad y, en cambio, no ha sabido abordar los aspectos esenciales, al posibilitar una mezcla de las actividades típicas de la banca de inversión con las consustanciales a la intermediación bancaria.

4. Ha habido un exceso de confianza en la capacidad autocorrectora de los mecanismos del mercado.

5. El problema primordial de los bancos de inversión obedece a la extensión del modelo de sociedades de responsabilidad limitada, lo que posibilita a los gestores arriesgar el dinero de otras personas, frente al modelo de sociedades de responsabilidad ilimitada que se utilizó originariamente en este apartado del negocio financiero.

6. Los distintos segmentos de la actividad financiera deben ser atendidos por entidades especializadas.

7. Los intermediarios bancarios siguen teniendo un papel fundamental en una economía libre de mercado, con actuaciones básicamente orientadas a la captación del ahorro, a la provisión de un sistema eficaz y eficiente de medios de pago, y a posibilitar financiación para atender las necesidades de las familias y las empresas, y la dotación de infraestructuras públicas.

8. Asimismo, el sistema financiero debe permitir gestionar las finanzas familiares a lo largo del ciclo vital y entre generaciones, así como ayudar a las familias y a las empresas a afrontar los riesgos inevitablemente asociados a la vida cotidiana y a la actividad económica diaria.

9. Un país solo puede ser próspero si tiene un sistema financiero que funcione bien, pero esto no implica que cuanto mayor sea el sistema financiero habrá mayor prosperidad económica.

10. Las crisis financieras no son desastres naturales que no pueden ser evitados. Tienen su origen en el comportamiento humano y las políticas económicas aplicadas pueden aumentar o disminuir su frecuencia y su magnitud.

Para Kay, uno de los factores clave que está detrás de la reciente crisis financiera global es el tránsito desde el modelo tradicional, basado en las relaciones entre personas, a otro orientado a las transacciones. Una modificación que tuvo poco que ver con las necesidades de la economía real. El proceso de 'financiarización' se rigió por su propia dinámica interna, apoyada en una doble revolución, en la tecnología de las finanzas y en la tecnología de la información.

El cambio en el paradigma del riesgo ha sido otro factor esencial. El riesgo era una especie de anatema para las antiguas generaciones de banqueros. No existían conceptos modernos como el de riesgo calculado, y tampoco provisiones contables para las pérdidas esperadas, simplemente porque nadie las esperaba. Las modernas técnicas no pueden reemplazar las cualificaciones personales del intermediario financiero.

Kay atribuye a los mercados financieros la función central de canalizar el dinero desde los ahorradores hacia las empresas, propietarios de viviendas y administraciones públicas. A su vez, dos misiones básicas del sistema financiero son la de búsqueda de nuevas oportunidades de inversión y la de gestión de los activos a largo plazo que son creados.

El papel del canal de los depósitos es realzado: permite facilitar el sistema de pagos y la intermediación entre los ahorradores y los prestatarios. Dado que pocas personas desean contratar préstamos amortizables a demanda del prestamista y, en cambio, muchas quieren tener depósitos movilizables según sus necesidades, la capacidad de los intermediarios para proveer liquidez es crucial. A su juicio, no es difícil visualizar un mundo en el que los billetes y las monedas hayan desaparecido.

Concluye que la causa principal de la crisis financiera global fue la colocación por encima del canal de los depósitos de una sofisticada e impenetrable estructura de actividades de 'trading' en títulos diversos. La única solución adecuada a largo plazo es crear un cortafuegos eficaz entre el canal de los depósitos y tales actividades de 'trading'. Por otro lado, frente al mantra de que el tamaño acaba siendo nocivo para el sistema, considera que puede mejorar la estabilidad; lo que resulta problemática es la complejidad, no la dimensión de las entidades financieras.

Seis son los principios que propone para sustentar la reforma y evitar situaciones como las vividas en la reciente crisis: i) cadenas de intermediación cortas, simples y lineales; ii) recuperación de las instituciones especializadas en determinados servicios financieros; iii) verificación de estándares de comportamiento en las personas que gestionen el dinero de otras personas o les presten servicios de asesoramiento; iv) establecimiento de un severo régimen sancionador; v) tratamiento del sector financiero como un sector más de la economía; vi) evitar el uso del sistema financiero como un instrumento de política económica.

Su planteamiento puede resumirse de forma palmaria: lo que hace falta es recuperar el negocio serio y responsable de gestionar el dinero de otras personas.

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