Borrar

EL TIOVIVO DEL PSOE

Manuel Castillo

Domingo, 15 de mayo 2016, 09:55

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

El PSOE lleva tiempo instalado en una curiosa sensación de interinidad, como si siempre se estuviera a la espera de que pasara algo importante. Tiene quizá un punto de nostalgia por el deseo de volver a ser lo que fue y también de resistencia frente a la progresiva pérdida de peso a nivel nacional, especialmente en comunidades donde los socialistas son hoy por hoy irrelevantes. Andalucía es, sin duda, el gran bastión socialista y su presidenta, Susana Díaz, la gran esperanza para liderar la regeneración, aunque con el riesgo de convertirse en la eterna promesa, como esos jugadores de cantera de los que todos hablan pero que nunca terminan de explotar.

Y ahora, más que nunca, el PSOE se enfrenta a sus demonios, con esa confluencia de Podemos e Izquierda Unida que amenaza con debilitar aún más sus frágiles cimientos y con la expectativa de ese 'sorpasso' que tanto morbo genera en este país tan aficionado a contemplar cómo caen torres altas, aunque sin pensar que los escombros pueden caer sobre sus cabezas. Es verdad que el PSOE de Andalucía conserva las esencias de un partido que, con sus errores, siempre supo diferenciar lo importante de lo coyuntural, hasta que cayó en manos de la frivolidad que primero supuso Zapatero y luego continuó Pedro Sánchez. España necesita un PSOE capaz de aglutinar la socialdemocracia de izquierdas y de defender la unidad de España y el sentido común en los planteamientos económicos, sin desvaríos como los que cada día pregona Podemos. Izquierda Unida siempre fue el Pepito Grillo del PSOE, esa voz que de vez en cuando le devolvía a la izquierda cuando las tentaciones liberales le atraían al centro. Pero ahora Izquierda Unida ha caído en la trampa más absurda: aceptar la invitación de ser rico por un día, darse una vuelta en limusina, atiborrarse de percebes y luego, después de las doce, cuando se rompa el hechizo, volver a la vida de puchero con garbanzos y los bolsillos más vacíos, incluso, que antes. Izquierda Unida y Alberto Garzón tienen el derecho a aspirar a ser grandes, pero da la impresión de que han tomado el camino equivocado. Al menos para IU, aunque quizá no tanto para Garzón.

El mayor problema de Susana Díaz siempre han sido los tiempos, que nunca terminan de encajar. Y por ello ese tiovivo permanente esperando que llegue la hora que nunca llega. Y algo parecido pasa en Málaga, con un PSOE de perfil bajo, a veces con achaques de abuelos y otras con urgencias de jóvenes. Porque al secretario general Miguel Ángel Heredia le ha tocado lidiar con lo más difícil: un equilibrio equidistante e imposible entre Susana Díaz y Pedro Sánchez. Y los dos no hacen más que preguntarle a quién quiere más, si a mamá o a papá. Y aunque Heredia es habilidoso y escurridizo, sabe que lo más probable es que reciba una cornada, desde Sevilla o desde Madrid. Él, curtido con el capote, no deja de dar pases con la aspiración no ya de salir por la puerta grande sino, al menos, salir con vida de esto. Porque, además, el patio anda revuelto por la provincia, con nuevos alcaldes que cuando se sentaron en el sillón presidencial creyeron levantarse un palmo del suelo y comenzaron a convencerse, en este año cervantino y quijotesco, de que estaban llamados a empresas mayores. El PSOE se la juega el 26J. Muchos de sus liderazgos se pondrán a prueba, con la certeza de que en el propio partido tendrá que haber vencedores y vencidos en una carrera fratricida para decidir si el PSOE es un partido con futuro o sólo con un esplendoroso pasado.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios