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VOLTAJE

No ha lugar

El museo de las Gemas es una historia que la HBO podría empaquetar y servirnos por capítulos

Txema Martín

Martes, 10 de mayo 2016, 09:51

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Tener que pasar la vida justificando por qué te estás ganando un sueldo no me parece bonito, pero tener que dedicar tu existencia a justificar lo que te han regalado me parece mucho peor. El tema de los regalos a los políticos se nos ha ido de las manos precisamente porque es útil como muestrario de lo que somos, y es ese escándalo el que termina purificando a la sociedad, haciéndonos más buenos. Tarjetas black: te sientan, con esa puesta en escena radical de las cajas de ahorros, y te dicen que con esa tarjeta tienes tantos miles de euros 'de libre disposición', expresión poderosa. Corría 2009, estábamos todavía de resaca. Hasta cierto punto, es normal que algunas criaturitas hicieran uso de esas tarjetas. Claro que a casi todos se les fue la pinza en compras exóticas y safaris hasta que juntos sumaron 15,5 millones de euros, que ya dan de sí. Con 87 imputados, hay cuatro que no hicieron uso de la tarjeta. O no se lo explicaron bien o son unos santos.

Esto viene al hilo de otro espécimen ejemplar para nuestras retinas: la comisión de investigación de Art Natura. El museo de las Gemas es una historia que la HBO podría perfectamente empaquetar y servirnos por capítulos. Fulgencio Alcaraz, con aquella encantadora conexión aristocrática, aparece clamando haberse gastado dinero en folletos del PP. Aquí es cuando el alcalde imagina que esto le podría reventar en las manos. A pocos les extrañaría. Era la época. También salió a relucir la partida, que quizás ya nos parezca incluso miserable, de 10.500 euros dedicados al envío de gemelos. En concreto, 49 gemelos de plata y diez colgantes chapados, suponemos que para las mujeres, lo cual arroja otra cifra nítida de lo discriminadas que están en las élites laborales. Con 59 piezas en total, y con el atrevimiento de contar los gemelos como una sola pieza, salen unos 177 euros por obsequio. Insistimos en que no nos parece una barbaridad, nos fijamos en su sospechosa condición de regalo, que según dice Fulgencio se pagó con retraso porque faltaban «los del interventor y los del jefe jurídico», y aquí es cuando la cosa empieza a oler. El destino ha querido que la que tiene que verse con el marrón tenga nombre de piedra preciosa, Gemma del Corral, concejala de cultura, a la que este follón le ha caído del cielo. Lo mismo no tiene ni el colgante. Al ser preguntada sobre si este tipo de regalos era lo normal, respondió con una frase lacónica, memorable, que señala fielmente este paso de los tiempos: con el resto de museos no se envían regalos, «no ha lugar». Y es verdad. Allá en 2010, después de que vinieran a alicatarte el baño en un Mercedes, las cosas se veían de otra manera. A saber quién de nosotros hacía de bueno. A saber dónde estarán ahora esos gemelos. Y los colgantes. A ver quién es el santo que no los llevaba puestos.

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