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FALSO 9

CINCO DE LA TARDE

José Antonio Garriga Vela

Viernes, 6 de mayo 2016, 11:25

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El penúltimo asalto será el domingo a las cinco de la tarde, una hora lorquiana, un poema trágico, un adiós a la vida en Primera División para unos y una despedida al título de Liga para otros. Los que no se juegan nada asistirán al ritual como quien va de pícnic, una merienda sobre la hierba. Después quedará un suspiro, el último asalto. El domingo a las cinco en punto de la tarde los aficionados estarán concentrados delante de la pantalla del televisor asistiendo al combate definitivo. Cada cual elegirá el canal que conecte con sus sentimientos y emociones, como solemos hacer siempre en el maravilloso y funesto espectáculo de la vida. Rechazamos a los que defienden otros colores, los que piensan de manera distinta, los que no son como nosotros. El mundo comprimido, circular y tosco de quienes no admiten las diferencias. El ruedo ibérico.

A las cinco de la tarde veremos caer la lluvia, soplar el viento, lucir el sol. No importa el tiempo que haga en las ciudades, la temperatura es una cuestión personal que se encuentra en el interior de los cuerpos por donde circula la sangre. La atmósfera la crean los espectadores que acuden en masa al escenario del conflicto y los que se reúnen delante de la pantalla del televisor para ver el partido a través de las ondas electromagnéticas que se propagan por el vacío a la velocidad de la luz. Cuando la tragicomedia finalice y los protagonistas se retiren a bastidores, el público liberará tensiones. Unos permanecerán inmóviles sumidos en la tristeza de la derrota y otros celebrarán jubilosos la victoria. Antes de las siete de la tarde escampará sobre el campo y los ánimos del público, habrá cesado la borrasca, y el sol brillará para unos y se apagará para otros como todos los días.

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