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MIRANDO AL MAR

LA PERTINAZ SEQUÍA

JOSÉ MANUEL BERMUDO

Jueves, 5 de mayo 2016, 09:49

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NO sé si el cielo cubierto que persiste a la hora de escribir estas líneas se habrá decidido a descargar cuando se publique este artículo, porque en la Costa del Sol se necesita un buen número de litros por metro cuadrado antes de que llegue el verano, que prácticamente lo tenemos ya aquí. Está siendo este año hidrológico mucho más seco de lo normal, como suele ocurrir cíclicamente, incluso desde antes de que se hablara de cambio climático. Cuando llega la época estival es cuando miramos más a nuestras reservas en la presa de la Concepción, en Rio Verde, y una vez más tememos que no sean suficientes para unos meses en los que sube considerablemente el consumo.

El recrecimiento de este pantano que surte a parte de la provincia es uno de esos proyectos antiguos que se pierden en el tiempo, casi como ha ocurrido con el tren litoral o el saneamiento integral. Los numerosos estudios o cambio de planes no han superado las cuestiones más importantes en estas obras faraónicas, la falta de financiación y una firme decisión política de hacer las cosas cuando implican actuaciones a largo plazo y acuerdos entre administraciones.

Primero se pensó en aumentar la altura del muro de contención, lo que no estuvo falto de polémica en algunos sectores que lo consideraban inviable, y después en construir otra presa más abajo del curso del río, pero la auténtica realidad es que hasta ahora no se ha movido nada.

Para tener la tranquilidad de contar con agua suficiente durante todo el año no basta con que llueva mucho, sino que lo haga en determinados meses, porque si las cantidades de agua se concentran durante el invierno hay que abrir las compuertas de la presa y enviar al mar lo que tanto puede hacer falta después. También es cierto que ahora se cuenta con la interconexión de este pantano con otros de Málaga y de la provincia de Cádiz y pueden producirse intercambios, siempre, claro está, que los demás tengan reservas.

Es entonces cuando entra en acción la discutida desaladora o desalinizadora que se construyó hace veinte años en época del alcalde Jesús Gil. Esta instalación puede aportar unas cantidades suficientes para paliar la falta de lluvias, y para eso el recibo del agua lleva el correspondiente recargo, pero puede que llegue un momento en que ni siquiera sea el remedio, dados los niveles de crecimiento de toda la zona occidental de la provincia, por lo que dejar dormir otros proyectos puede pasar factura antes de lo que algunos creen.

En todo caso, no son pocos los que hoy sacan cabeza para defender la actuación llevada a cabo por Gil, destacando incluso que ante situaciones urgentes hay que actuar con rapidez y determinación y que por eso hoy tenemos una alternativa para luchar contra la sequía.

Otra cosa son los métodos que se utilizaron para construir esta instalación que desala el agua del mar. De hecho estos días se está celebrando en Málaga el correspondiente juicio (uno más de una larga lista) por cómo se llevaron a cabo los trámites, desde la expropiación de suelo, pasando por la designación de los trabajo y por el destino de los millones de pesetas que entonces se manejaron. El único acusado que se sienta en el banquillo es Juan Antonio Roca, ya que Gil falleció y el asesor jurídico, José Luis Sierra, padece alzheimer. El fiscal acusa a Roca de haber incorporado a su patrimonio los ciento cuarenta y cinco millones de pesetas que estaban destinados a pagar facturas.

La desaladora se iba a hacer de cualquier forma y hubo varias empresas que optaban al proyecto, incluso con un coste muy inferior al de la que consiguió la concesión, pero parece que era todo demasiado legal y no encajaba en determinados planes. Se hizo la desaladora sí, pero una vez más jugaron con nuestros intereses a cuenta de seguir acumulando beneficios.

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