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ANDALUCÍA EN EL DIECISÉIS

Un trato exquisito

Maria Dolores Tortosa

Domingo, 17 de abril 2016, 10:41

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La operación policial en Granada, con la polémica detención de su alcalde, José Torres Hurtado, no es, desde luego, un caso aislado de supuesta corrupción más del PP, pero sí es el primero de este partido en Andalucía de tamaña proporción. Al margen del recorrido judicial de esta nueva macrocausa relacionada con supuestos delitos desde el poder político, nada puede ser igual para el PP andaluz a partir de ahora. No solo es un mazazo para las expectativas electorales inminentes del principal partido de la oposición en Andalucía, sino también a su estrategia política. La 'operación Nazarí' aflora muchos problemas internos en el PP-A sin resolver tras la dimisión de Javier Arenas en junio de 2012 como máximo e incontestable líder: Problemas de liderazgo, problemas de proyecto político y sobre todo problemas de discurso, de esa doble vara de medir que muchas veces se le ha achacado al PP.

Juanma Moreno no logró en su día imponer su criterio de apartar a Torres Hurtado de la candidatura a la Alcaldía y dejar paso a otro candidato. Tampoco demostró autoridad cuando Ciudadanos le puso en bandeja hacerlo a cambio de su apoyo tras las municipales. Había vendido renovación en el PP andaluz, pero le está costando sudor y lágrimas. Ahora tiene la oportunidad de demostrar su influencia logrando que Torres Hurtado deje la Alcaldía en pocos días. De lo contrario, el PP perderá una de sus joyas de la corona en Andalucía.

Moreno llegó a la presidencia del PP andaluz convencido de dar otro aire a su partido. Recuerdo su idea de no utilizar los casos judiciales llamados de corrupción para erosionar al PSOE, me refiero al de los ERE, convencido de que no iba a quitar ya más votos socialistas. Solo le duró un día, el de su presentación como presidente regional. Quería dar una imagen nueva como líder preocupado por los asuntos sociales y cotidianos de la gente, poner en evidencia los agujeros de la sanidad pública, de lo que tanto presumía el PSOE. En teoría ha sido así, pero en la práctica su principal arma ha sido intentar el deterioro de la forma que sea del adversario con el discurso de la corrupción. Así cuando su partido se veía en titulares con casos como Gúrtel, Bárcenas, él contrarrestaba con los ERE o los cursos de formación. Las elecciones de 2015 demostraron que esta estrategia no le benefició, pero ha seguido utilizándola. Hay una frase de Cervantes de la segunda parte del Quijote muy apropiada: «¿Qué locura o qué desatino me lleva a contar las ajenas faltas, teniendo tanto que decir de las mías?».

Hasta ahora Moreno se sentía al margen porque parecía que todo ocurría fuera de su responsabilidad: Génova, Valencia, Madrid... Ahora tiene un feo caso que gestionar y no puede mirar hacia otro lado. La pregunta es si cambiará su discurso. El PP ha reaccionado con inusitada rapidez contra Torres Hurtado al pedirle la dimisión como regidor y abrirle expediente de expulsión. No ha sido así otras veces. Con ello corrige esa doble vara de medir de otras veces, de la fragilidad de la presunción de inocencia cuando se trata de políticos, sobre todo de adversarios políticos.

Queja de las formas

Pero en este punto creo que tiene razón José Torres Hurtado cuando se queja de las formas de la Udef, de su espectacular detención filtrada a los medios para que estuvieran atentos a la foto y a la imagen en el registro de su casa. Torres Hurtado, que fue jefe político de la Policía en Andalucía como delegado del Gobierno, conoce bien los entresijos. «He recibido un trato exquisito», dijo para excusar a los agentes, que cumplían órdenes, pero la «humillación», como la llama él, es evidente. La Justicia dirá si había o no razón suficiente para tamaño despliegue y sus consecuencias. Se aferre más o menos días al cargo, su carrera política y su presunción de inocencia han sido arrojados a un pozo sin cuerda.

Hasta ahora el PP andaluz había sido extremadamente duro con el PSOE y sus dirigentes cuando han sido investigados por la Justicia, casos de Chaves y Griñán, y muy flojo con los suyos propios, casos de la exalcaldesa de Jerez María José García Pelayo. No solo no le pidió que renunciara al Senado, sino que la situó en puestos de salida en la lista del Congreso y ahora es diputada. Con otros antes que Torres Hurtado sí que hubo un «trato exquisito».

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