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'Football' y nacionalismo

JUAN CARLOS VILORIA

Lunes, 4 de abril 2016, 09:48

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Pasado el duelo por el fallecimiento de Johan Cruyff no puedo por menos de presuponer lo mal que debe de andar el independentismo oficial en Cataluña para tener que recurrir de la manera más zafia y oportunista a agitar la memoria del holandés que nunca habló catalán. Eso sí, el president Puigdemont ha seguido la estela de sus antecesores, Pujol, Ferrusola, Mas y Laporta, que hicieron todo lo posible por identificar el nacionalismo con el Barça y Johan. Y en parte lo consiguieron. Cruyff, que llegó fichado por Montal al club catalán en 1973, nos arrastró a muchos a la belleza del fútbol de varias velocidades, de un toque, de espacios y desmarques; nos sacó del barro y el patadón, de las tardes de fútbol-choque, tan aburrido y estéril. Pero años más tarde Joan Laporta nos expulsó del campo de los sueños y 'secuestró' al holandés, aunque para entonces la escuela del holandés había echado raíces en la selección española.

Muchos, entonces seguidores culés, asistimos estupefactos al atrevimiento de Joan Laporta cuando, rompiendo con todos los pactos tácitos con la afición de separar la política del fútbol, se presentó a las elecciones diciendo que soñaba con una nación catalana organizada como estado propio donde el Barça sería el estandarte. Y cuando logró llegar a la Masía lo primero que hizo fue nombrar a Cruyff presidente de honor. Como diría Piqué: «Con Laporta empezó todo». Curiosamente el president del Barça que más intentó instrumentalizar al genio holandés fue el contra-tipo de su estilo y clase, con sus habanos, sus calzoncillos y sus yates. Cruyff también fue un poco bocazas pero jamás perdió el sitio ni el seny.

El nacionalismo catalán, superada la vergüenza y el pudor de utilizar el icono del deporte en beneficio de la ideología sectaria, se desmadró en el procés de consultas, declaraciones, desconexiones, mientras se manoseaba la figura de Cruyff porque todo era bueno para el convento. Así que para calentar los ánimos antes de la consulta del 9 de noviembre la Generalitat tuvo las narices de estrenar un documental sobre J. C. titulado: «El último partido. Cuarenta años de Johan Cruyff en Cataluña». La tesis del panfleto era que cuando el FC Barcelona fichó al jugador del Ajax, vino acompañado de una serie de 'valores' como el antifranquismo, la lucha por la democracia, el antimadridismo, el renacimiento del catalanismo y tal. Todo fontanería ideológica de tercera división. Yo creo que durante muchos años Johan se hizo el sueco pensando que todo lo que fuera bueno para su fundación, era bienvenido. Cuando la empresa de jardinería de Marta Ferrusola se hizo con la contrata para cambiar el césped de Nou Camp y resultó un desastre, Johan miró hacia otro lado. La manipulación del fútbol y el fuerte sentimiento identitario que genera no se ha utilizado solo en el Barça pero ahí el club es indiscutiblemente también Campeón de Liga, Copa y Champions.

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