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FUERA DE JUEGO

IMPOTENCIA

Antonio Góngora

Miércoles, 23 de marzo 2016, 09:13

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La violencia en el fútbol suma y sigue. Aparece cuando quiere y sin que nadie sea capaz de erradicarla. Llega a cualquier campo, aunque en algunos más que en otros, y se reproduce a través de jugadores, público, padres, otros familiares o amigos de los propios futbolistas o deportistas. Siempre aparece alguna razón para discrepar más allá de la práctica deportiva. Parece claro que la clave es la educación, la falta de ella en ciertos casos, claro. Mientras que en un equipo de Segunda determinado los jugadores se pierden los entrenamientos en los periodos de exámenes, en otros lugares los jóvenes dejan el colegio cuando sólo son cadetes para dedicarse al fútbol. ¿A qué fútbol? Pero el fracaso escolar o la falta de formación puede ser la clave. A partir de ahí y con mucho tiempo por delante llegarían los cambios. La realidad actual, sin embargo, es cruda y dura. Los problemas se suceden cada semana. Los malos ejemplos llegan a diario. Habría muchas preguntas. ¿Por qué técnicos inadecuados, que ni siquiera saben comportarse en el banquillo, entrenan hasta en la cantera del Málaga? Quizás porque ganan a toda costa, sin método, sin plan, pero ganan. ¿Por qué muchas veces los dirigentes son permisivos con los más violentos? ¿Quizás les interese en algunos casos? ¿Por qué muchos padres no saben comportarse en los campos? Está claro que aspiran a sus hijos sean futbolistas. Pero no será fácil. Todo ello unido forman un cóctel incómodo, agresivo y peligroso. Y todo ello sin la contundencia necesaria de instituciones deportivas y de seguridad. Parece que no hay solución. Al analizar en profundidad los actos violentos, como el apuñalamiento de Samu Galán del pasado domingo tras un partidos, muchos aficionados sólo llegan a una conclusión: agotamiento, frialdad o indiferencia. Es decir, impotencia.

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