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LA NUBE DOBLE

YA ES PRIMAVERA

Juan Francisco Gutiérrez

Lunes, 21 de marzo 2016, 09:43

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Tiene la primavera una inmerecida buena prensa. Viene rodeada de estereotipos de alegría, de renacer tras un largo letargo, de despertar de los sentidos. Viene cargada de fotos en Instagram, de Domingo de Ramos, de desfiles de juventudes; también de desgracias que obligan a soñar la playa del verano, vendida como la orilla de nuestro eterno y circular destino. Pero somos pocos, o a lo mejor muchos pero callados cual Errejón, quienes por azares de la genética, biorritmos, alergias o peculiaridades de nuestro círculo interno, le hemos tenido siempre un poquito de manía. Ayer este periódico contaba cómo el cambio climático va camino de acabar con las estaciones. Hasta que eso pase, en todo caso la primavera nos seguirá dejando a muchos algo mustios hasta el cuarenta de mayo.

Da igual que estrenen Almodóvar o Paco León, que pronto regrese el Festival de Cine, que sea uno cofrade acérrimo o que tengamos una galaxia de exposiciones en nuestra florida constelación museística. Al final hay algo que a todo este grupo de extraños amantes del otoño-invierno nos hermana: la primavera nos aplatana. Y como está mal visto decirlo habremos de sufrirlo en silencio. Es cierto que nos quita todos los sentidos, casi literalmente. Quizá todos menos el estornudo o la picazón o el sarpullido o la abulia o qué sé yo. Y para colmo nos regala tardes más largas, con lo largas que se hacen algunas tardes, por muchos telefilmes alemanes que nos pongan en la tele. Nos llaman calinos a quienes añoramos, ay, los días de manta y tranquilidad, o los inviernos fríos al calor de esa chimenea que nunca tuvimos; o esperando la nieve que nunca llegó, al menos no a Málaga desde 1954, chispa más o menos. Antes nunca llovía a gusto de todos y a partir de ahora parece que sólo lloverá, por lo visto, en Semana Santa. La primavera tiene muy buena prensa pero ya ven: en realidad es un poco aguafiestas aunque tenga los días contados. Cuando los abrigos no se vendan y las estufas llevan años hibernando, ¿de qué primavera hablaremos cuando digamos eso de que ya es primavera?

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