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LA ROTONDA

Corazón malva

José Miguel Aguilar

Viernes, 18 de marzo 2016, 09:38

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Hoy es Viernes de Dolores, un día muy importante para los que profesan la religión católica, una fecha clave para los cristianos y un momento muy especial para los que disfrutamos, sentimos y gozamos con la Semana Santa, que en Málaga va más allá de la devoción, del fervor o del recogimiento. Es algo más, hasta el punto de llegar a perder el sentido. Para muchos es una manera de vivir, una forma distinta de disfrutar de la ciudad, de recrearse con escenas ya vividas pero que son nuevas, un tópico que se edita cada año.

La Semana Santa trasciende al sentimiento propio del misticismo o la contemplación y torna en vivencias propias que el paso del tiempo magnifica cerquita del corazón; será que la edad enternece. Son unos cuantos días en los que todo gira alrededor de los tronos o de las imágenes que destilan una emoción inenarrable. Hay Vírgenes y Cristos que te transportan en la nebulosa del espacio, en ese lugar donde gravitas y te cuesta posar los pies sobre la tierra. Y no es porque en un encierro el gentío te empuje de un lado a otro.

Desde hoy cada día de los diez próximos adquiere un significado especial por esos instantes únicos. Cada uno de los malagueños tiene un rincón preferido, una cofradía cercana, unas imágenes más queridas, una advocación más personal. Un día marcado en el calendario. Por ejemplo el Martes Santo. Una de estas estampas que segregan intensidad emocional es la del Cristo de la Agonía por calle Granada, entre el silencio de la noche y la luz de las velas clavada en esos ojos que retratan el sufrimiento del ser humano, esa mirada aislada que se clava en el alma. Hay pocas figuras con tal grado de realidad.

María Santísima de Consolación y Lágrimas llena el Miércoles Santo de recuerdos muy personales. Desde el amanecer, el hogar se llena de malva, las túnicas que portarán la sangre de tu sangre se adhieren al pecho henchido de orgullo, y hasta la madrugada el gozo se hace eterno. Hay que vivir la escena para comprender ese teatro de los sueños que se representa en calle Dos Aceras, donde el atrezo hace el resto en la salida de los tronos con una maniobra que parece imposible hasta que la majestuosidad se despliega camino de calle Carretería. Y el vello se eriza hasta pincharte el corazón.

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