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LA LUPA

Justicia marca España

Héctor Barbotta

Domingo, 14 de febrero 2016, 10:26

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Estaría bien preguntarse si esas mentes preclaras que hace algunos años decidieron convertir a España en una marca no deberían haber puesto el acento en las cuestiones que realmente afectan al prestigio del país y ahuyentan a inversores que con toda seguridad nunca más en su vida querrán oír hablar de nada que tenga que ver con la costa mediterránea en lugar de destinar a estupideces ingentes cantidad de dinero público.

Esta semana un juzgado de Málaga ha dado la razón a una ciudadana británica que en el año 2003 tuvo la idea una idea que seguramente maldeciría durante los años subsiguientes de dedicar los ahorros de toda de vida a organizarse un retiro dorado en la Costa del Sol.

La historia es muy larga, pero puede resumirse en una corta sucesión de episodios. Compró sobre plano un apartamento con vistas a un campo de golf en una urbanización de Marbella. Pagó por adelantado 238.000 euros, que ingresó en el banco con el que trabajaba la promotora.

La promoción, como tantas otras en aquella época, se había hecho al margen del Plan General vigente y con la complicidad de las autoridades municipales de entonces. Cuando llegó el momento de escriturar, el inmueble, por su situación irregular, no había obtenido la licencia de primera ocupación y además la construcción estaba fuera de plazo.

La mujer inició entonces una larga batalla para recuperar su dinero cuyos detalles con toda seguridad aburrirían al lector. Sólo basta saber que ante denuncias idénticas diferentes juzgados de Marbella y la propia Audiencia Provincial emitieron fallos diferentes, unos a favor de los perjudicados y otros a favor de la promotora. Cuando se unificó doctrina ya habían pasado diez años desde que la buena señora había confiado 238.000 euros a la seriedad de este país la promotora estaba en concurso de acreedores y en situación de insolvencia. Quedaba el recurso del banco, obligado a contar con una póliza para situaciones como esta. Pero si la crisis ha enseñado a tener dudas sobre la solvencia moral de algunos empresarios de la construcción, no hablemos ya de la de los bancos. La mujer tuvo que ir a juicio y esta semana, 16 años después de despedirse de su dinero, volvió a ganar. El banco ha sido condenado a devolverle sus 238.000 euros más sus intereses, pero todavía le cabe la posibilidad de un recurso.

Es deseable que a la mujer que quería disfrutar de su jubilación en España y a los casi 200 compradores, la mayoría británicos, que compraron en esa urbanización, les quede todavía salud para reencontrarse con los ahorros de toda su vida. Seguramente podríamos ahorrarnos preguntarles a todos ellos que opinan de la marca España.

Tribunales temporada de rebajas

Ya se sabe que a la justicia que tarda en llegar difícilmente se la puede llamar justicia, y hay decisiones que resultan difíciles de entender cualquiera sea el tiempo que haya transcurrido desde que se produjeron los hechos.

Quienes están atentos al devenir de los procesos judiciales que se iniciaron a raíz de los episodios de corrupción en el Ayuntamiento de Marbella, cuando se estafó a la señora británica cuya historia contamos más arriba y a miles como ella, asisten estos días a una serie de decisiones que parecen obedecer a una inaudita temporada de rebajas en los tribunales. La justicia parece estar de oferta.

Si ya había causado cierta sorpresa la decisión del tribunal del caso Malaya de establecer en dos meses, y no en seis según el máximo que marca la ley, el arresto sustitutorio en caso del impago de las multas impuestas en la sentencia, el pasado viernes apareció el Tribunal Supremo con otra serie de reducción de condenas en el caso Saqueo 2. Todos los condenados en ese caso, incluidos Roca, Julián Muñoz, el arquitecto Monteverde , el abogado Modesto Perodia y otros saqueadores del dinero de los vecinos de Marbella, han visto reducidas sus penas, aunque en su sentencia el Supremo reconoce la gravedad de los hechos y el ingente volumen del dinero robado al Ayuntamiento.

Presupuesto aprender a pactar

Es seguro que si no estuviésemos ante un Ayuntamiento esquilmado el proceso de redacción de los presupuestos municipales sería una tarea mucho más plácida de lo que resulta en estos días. Pero la realidad es la que es, y parte de esa realidad es que, al igual que sucede en la política nacional, las decisiones han dejado de ser asunto de un solo partido para convertirse en el resultado de un complejo proceso de negociación entre personas y organizaciones que tienen ideas y objetivos diferentes.

Es difícil imaginarse que un proceso de este tipo pueda llegar a buen puerto si antes no se da tiempo al aprendizaje necesario del difícil arte de la negociación.

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