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VOLTAJE

El puñetazo en la mesa

La hostelería es quizás el sector en el que más alegremente se despide a la gente según sople el viento o haga sol

Txema Martín

Viernes, 12 de febrero 2016, 09:47

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Cuando los empresarios participan en asambleas hay que hacer lo mismo que cuando la derecha se apunta a las manifestaciones: echarse a temblar, que es una forma estupenda de echarse porque no requiere la posición horizontal. Uno puede echarse a temblar tumbado, sentado o de pie, también puedes echarte a temblar sirviendo un café porque temes perder tu puesto de trabajo. Los hosteleros de Málaga no se han echado, se han venido arriba. Es lo que suele pasar cuando vas a una asamblea: que te vienes arriba y, con el calor de la compañía, tus ideas se vuelven un poquito más radicales. Antes, los propios hosteleros estaban de acuerdo con la necesidad de un límite para las terrazas. Hoy, completamente subidos, utilizan una jerga de banda y dicen que están sufriendo acoso (sic), denuncian la situación crítica del sector (sic), y además sugieren la posibilidad de una huelga (sic). El peor sic de todos, porque efectivamente induce a pensar que la literalidad es inexacta, es el que amenaza con despedir a parte de la plantilla si se les limita el espacio de las terrazas. Hablan de despedir a un 30% de sus trabajadores. La hostelería es quizás el sector en el que más alegremente se contrata y se echa a la gente según sople el viento o haga sol, amparados en una reforma laboral que permite despedir a los camareros compensándoles con una propina. También es habitual que la amenaza de despidos de las patronales se resuelva con datos extraídos de la cuenta de la pava: los empresarios tendrán que demostrar que contrataron una tercera parte de su plantilla por poner mesas de más. Han hecho una campaña utilizando a sus propios trabajadores, diciendo que no pueden permitirse perder su puesto de trabajo, porque la tragedia es el ingrediente perfecto para cualquier intento de manipulación. Jugar con la comida de los trabajadores es la última demostración de fuerza y un trasnochado puñetazo en la mesa de la patronal.

No creo que esas formas sean las de la mayoría de los hosteleros sino de una minoría que en el sector empresarial es especial porque suele ser la más poderosa. También la más exagerada, como si alguien hablara de prohibir las terrazas cuando ni siquiera hablamos sólo de sillas y mesas. Ahora han emergido en Málaga unas carpas horribles que son una modalidad muy ambiciosa, terrazas en espacios cerrados. Todo el mundo está de acuerdo en que hay que poner orden en las terrazas, también para acabar con ese tufillo de extraña arbitrariedad: unos empresarios tienen carta blanca, pero a otros se les mira cada milímetro con una rigurosidad que resulta sospechosa. Del mismo modo, los vecinos del centro no pueden pretender que la ciudad se apague a las 12 de la noche. Todo es cuestión de voluntad, de ceder un poco, de apaciguarse, de venirse abajo.

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