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Cabalgar las contradicciones

JUAN CARLOS VILORIA

Lunes, 8 de febrero 2016, 09:47

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Es asombroso. Está la gente echando pestes mañana, tarde y noche contra los que tienen cuentas en Suiza, los paraísos fiscales o los fugitivos del Hacienda, pero llega Neymar a declarar en la Audiencia Nacional y le aplauden con las orejas. Nada de «¡chorizo, devuelve lo que te llevaste, vete a Brasil!» Que va. Selfies, guiños y autógrafos. Pasó lo mismo cuando Messi y su papá tuvieron que admitir los millones de euros que habían escaqueado al fisco. La peña jaleaba al argentino, a la puerta del juzgado, como si acabase de hacer un caño a Gurpegui en San Mamés. Mascherano, otro crack del Barça, acaba de admitir ante el juez que defraudó millón y medio utilizando sociedades en paraísos fiscales de Madeira y Miami. ¿Algún reproche social? ¿Algún pito al salir al campo? ¿Tienen bula fiscal los futbolistas? No lo sé.

Creo que la famosa ley del embudo tiene entre nosotros más predicamento que la misma Constitución. Veamos otro ejemplo. Un partido emergente admite que su líder ha aceptado dinero de un país que es una teocracia, que lapida a las adúlteras y cuelga de las grúas a los homosexuales. Obviamente esa actitud desnuda el oportunismo y las contradicciones de los que dicen defender con ardor el respeto a los derechos humanos, la libertad sexual, o están en contra de la pena de muerte. Sin embargo, sus simpatizantes disculpan con benevolencia y algo de cinismo esa financiación, digamos indirecta, de los herederos de Jomeini porque como dice el líder de la camisa remangada: «No somos ángeles. Si quieres hacer política y jugar al mismo nivel que todos, hay que cabalgar las contradicciones».

En la historia de la política han existido muchos aventureros de la clase media que se lanzaron a encabezar la revolución del proletariado cabalgando sus contradicciones. En 'Diálogo de conversos', Roberto Ampuero pregunta a Mauricio Rojas: «¿Se puede ser socialista y vivir al mismo tiempo como un burgués? ¿O es una contradicción inaceptable?». Ya hemos visto con que naturalidad algunos dirigentes defienden la educación pública para el pueblo y se llevan a los propios hijos al colegio británico o claman contra el fraude fiscal y pagan a limpiadoras, canguros, asistentes, aprendices, sin factura, sin contrato, sin impuestos. Iglesias ha dejado dicho que es más importante «militar en la televisión que militar en un partido político», dando la razón a los teóricos de la comunicación sobre la capacidad de influencia de los medios audiovisuales para crear líderes políticos partiendo de una imagen atractiva y de un discurso popular. Una aparición en 'prime time' permite cabalgar todas las contradicciones. Si te quiere la cámara da igual lo que hagas o lo que digas, tu público también te querrá. La política cada vez se parece más al fútbol. Y los partidarios cada vez se parecen más a las hinchadas.

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